jueves, 21 de julio de 2011

HACE 72 AÑOS MUGICA DECLINO, Y LA IZQUIERDA SE PERDIO

Múgica y Lombardo con el presidente del PRM Luis I. Rodríguez en 1939.


Las declaraciones de Avila Camacho, anuncio de la marcha atrás.













Colocado en el trance de sumarse a la candidatura impuesta mediante trampas de su contrincante Manuel Avila Camacho en aras de “la unidad” o romper con el gobierno y con la corriente de la izquierda que lo había hecho a un lado para iniciar una aventura independiente, Francisco J. Múgica optó por el retiro.

Eso fue en 1939, hace 72 años, cuando Lázaro Cárdenas enfrentó su propia sucesión. Y la izquierda perdió entonces toda posibilidad ya no solo de llegar al poder sino de existir siquiera, por lo menos por otros 12 años.
Múgica era el candidato natural de la continuidad cardenista, más que eso era quien garantizaba la vigencia del proyecto revolucionario, sólo que ante la posibilidad de que él pudiera volverse Presidente además de la guerra sucia de los enemigos del gobierno tuvo que enfrentar los ataques y maniobras de los propios cardenistas.
“Radical” le decían para descalificarlo y de que iba a ir “mucho más allá” de lo que había llegado Cárdenas por lo que, decían unos y otros, Múgica era un auténtico “peligro para México”. Lo peor es que convencieron de ello al propio Cárdenas y éste no movió un dedo no se diga para apoyarlo ni siquiera para darle garantías de imparcialidad en la competencia con Avila Camacho.
El hecho es que en el último tramo de su gobierno Cárdenas enfrentó el ataque de los sectores conservadores afectados por su política; ellos vieron en la sucesión presidencial su oportunidad para ajustar cuentas, difundieron la leyenda negra de que el cardenismo era un paso previo a la instauración del comunismo y el temor hizo presa a un buen número de empresarios, inversionistas, profesionistas y desde luego, a las clases medias.
Pragmáticos, los amigos cercanos del Presidente, temerosos de que la ola de descontento se les revirtiera y que las elecciones se les salieran de control, aconsejaron a Cárdenas que lo mejor, para salvar su legado, era ceder y hacer alianzas con sus propios enemigos, con los enemigos de la Revolución, para heredar un gobierno de “unidad nacional”. Es muy seguro que hubiera razones más prosaicas para cerrarle el paso a Múgica; ellos decían que lo hacían porque si continuaba el ritmo de las reformas la división de la sociedad sería terrible y probablemente la oposición podría recurrir a la guerra civil, lo que provocaría a su vez la intervención norteamericana “por razones de seguridad”. La verdad era que luchaban por preservar sus posiciones y sus privilegios, seguir mandando pues, y como Múgica tenía fama de honesto y vertical era muy seguro que no se los permitiera. Fue así como el PRM y la llamada “izquierda oficial” con Vicente Lombardo Toledano a la cabeza decidieron emprender el camino de la conciliación mediante el impulso de un “candidato moderado” que permitiera unificar distintos intereses y que pudiera quitarle las banderas de lucha a la oposición.
Cárdenas compró la estrategia. Pensó que así conjuraba la inminente candidatura del muy popular general Juan Andreu Almazán que empezaba a ganarse adeptos entre los descontentos y amenazaba con fortalecerse. Parte de la estrategia cardenista para enfrentarlo fue inventar la división de la izquierda entre “moderados” y “radicales”, en realidad entre los partidarios de transar con la derecha y los que rechazaban esa idea, y así fue como se le allanó el camino a Avila Camacho.
Es que Múgica había sido el consejero de las más revolucionarias decisiones del cardenismo: él empujó la expropiación petrolera, la apertura del país a los exiliados españoles, el reparto de latifundios, la nacionalización de los ferrocarriles, el Estatuto Jurídico, etc., es decir que era un izquierdista definido, pero se había opuesto a algunas decisiones que no consideró correctas, como la corporativización y sometimiento al poder de los sindicatos y las agrupaciones campesinas, como la organización vertical del partido revolucionario siguiendo el modelo de los frentes populares comunistas, y como el desprecio por la democracia que compartían los líderes partidistas y los hombres del presidente. Porque la otra parte de la estrategia “salvadora” del cardenismo era garantizar el triunfo del señalado por el gran dedo a como diera lugar, incluso haciendo fraude.
En realidad Múgica no quería ser candidato, sólo que era considerado como una esperanza por muchos ciudadanos que veían en él al hombre íntegro y garante fiel, que su propia carrera acreditaba, comprometido con las mejores causas revolucionarias y populares.
El Bloque de Obreros Intelectuales, el Partido Socialista de las Izquierdas y el Frente Socialista de Abogados lo proclamaron su precandidato. “Las alas izquierdas de la revolución con Múgica” fue el grito de batalla de los mugiquistas. Y en ese marco, en el mes de noviembre de 1938 un grupo de legisladores y gobernadores suscribieron un pacto para evitar a toda costa que Múgica fuera el candidato del PRM pero eso a él no le importó, le apostó desde el principio a la democracia y a la gente. Aceptó jugar como precandidato, renunció de inmediato a su cargo de secretario de Comunicaciones para no prestarse su precampaña a ninguna duda de desvío de recursos, creó un periódico para difundir sus ideas, “Regeneración” como el de los magonistas, y empezó un recorrido por el país buscando el trato directo con los obreros y los campesinos, haciendo a un lado el consabido trato con los líderes y dirigentes.
Lo que encontró lo indignó: presiones y amenazas de los gobiernos estatales y municipales contra los opositores a Avila Camacho, invención de delitos para encarcelarlos y liberarlos sólo a cambio de su apoyo y hasta uso de la fuerza pública para amedrentarlos. Se lo dijo a Cárdenas en una carta fechada el 18 de abril de 1939, pero Cárdenas no hizo nada.
Y mientras eso pasaba, de todos lados se lanzaban llamados a “la unidad”. Lombardo y Hernán Laborde un día si y otro también pedían el retiro de Múgica y su apoyo a Avila Camacho, acusándolo de “dividir al movimiento revolucionario” por su empeño en permanecer en la contienda.
Múgica sólo pedía un proceso transparente para elegir al candidato del PRM. Confiaba en recibir el apoyo de las centrales obreras y campesinas, de toda la base popular, para derrotar al aparato gubernamental. Y se equivocó. La culminación del proceso fue el pronunciamiento de los líderes de la CNC y de la CTM, siguiendo la consigna presidencial en favor de Ávila Camacho. Y detrás de estos, su ratificación por el comité nacional del PRM.
Se pensó que entonces Múgica sería candidato del Partido Comunista Mexicano (PCM), por ser “la vanguardia” progresista; pero sus líderes también se plegaron. Sin reparar en que al apoyar a Avila Camacho se negaban a sí mismos como organización revolucionaria, lo fueron a visitar y le pidieron aceptar los hechos y sumarse a la candidatura de Avila Camacho para no romper “la unidad”. Como toda respuesta Múgica los echó de su oficina.
Se creyó que otra salida era aceptar el apoyo del Partido Revolucionario de los Obreros y Campesinos pero lo rechazó, y ya por último se pensó en crear un nuevo partido, el Partido de las Izquierdas de la Revolución Mexicana, que sustituyera al PRM y se construyera al margen de los liderazgos amañados y los acuerdos cupulares.
Sus leales le pedían a Múgica continuar la lucha arrostrando el riesgo de enfrentarse a su discípulo, casi su hijo, el entonces presidente Cárdenas. Es que Múgica y los mugiquistas advertían que en efecto, existía el peligro de una contrarrevolución pero no se encontraba en la oposición sino en la falsa unión que proclamaba el PRM y el PCM, que iba a sepultar todos los avances de la Revolución. El tiempo les daría la razón, sólo que ante la falta de respuesta de la gente, Múgica optó por declinar su precandidatura.
“No soy popular, por lo tanto debo retirarme” reconoció en un manifiesto el 13 de julio de 1939 y agregó: “Creí que las fuerzas organizadas de la Revolución Mexicana estarían dispuestas a manifestar sus convicciones pero confieso paladinamente y con cierta tristeza, que la realidad de los hechos me demostró que me equivoqué… ¿De qué valdría la energía de un hombre cuando encuentra una actitud de cobardía, temor y escepticismo?”.
Y al PCM le reprochó: “escudado tras un sofisma trivial de táctica de lucha, olvida su misión histórica de partido de vanguardia y entrega sus intereses vitales a grupos de vergonzante tendencia centrista”.
La lección para la izquierda que Múgica dejó en la orfandad fue que de “la moderación” a la derecha no hay mas que un paso, y para el PCM, mucho peor. Con Avila Camacho de plano entró en el clandestinaje, fue perseguido y marginado y pasarían muchos años para que volviera a levantar cabeza.
El influyente semanario Hoy opinó a propósito: “Con esta clase de correligionarios el general Múgica sólo tenía un camino: la vida privada”.
Lo malo es que no solamente nos perdimos un gran líder que seguramente hubiera sido un gran Presidente sino la posibilidad de que la izquierda existiera e influyera decisivamente en los siguientes 40 años.
Hasta Cárdenas lo dijo poco después, cuando le reprocharon su falta de apoyo a su mentor y guía: “Creí entonces que los elementos intelectuales revolucionarios actuarían”.
Hay un hecho que pinta a Múgica de cuerpo entero. Cuando a instancias de Cárdenas acudió a saludar a Avila Camacho, una vez ganador, y este le ofreció un puesto en su gabinete, Múgica le respondió esto: “Siempre he considerado como un deber servir en cualquier posición al movimiento revolucionario, no importando en qué sitio se me coloque; pero usted, durante su campaña presidencial declaró que era creyente católico y si bien reconozco que toda persona tiene el derecho de sustentar el credo que más le agrade, por las circunstancias políticas que vive el país pienso que la declaración de usted, más que la expresión de su fe, es una maniobra política para alentar a las derechas, lo que hace avizorar una serie de rectificaciones al avance revolucionario que se logró durante el régimen anterior; por tal motivo, solo que usted hiciera una rectificación pública a la declaración de su credo, podría aceptar ser miembro de su gabinete”.
Es que hay declaraciones que son todo un programa político y una declaración de principios.

Publicado en Unomásuno el 19 de julio de 2011.

LA LECCION DE LA ELECCION PARA LA IZQUIERDA: UNIDAD Y MAS UNIDAD

Encinas logró unir a las izquierdas
La nota hoy es: “arrasó” el PRI, “noqueó” a la oposición. A Enrique Peña Nieto “no hay quien lo pare” en su carrera a la presidencia, es “un acorazado”.

Y las “conclusiones”: que PAN y PRD sin alianzas “no pueden”. Que la izquierda “equivocó” la estrategia. Que “la culpa es de AMLO” por “haber impuesto” a “su” candidato, por “mantener en rehén” a la “izquierda moderada” y por haberse opuesto a las alianzas, así que ha llegado la hora de “ponerlo en su lugar” pues si la izquierda quiere ganar en 2012 –y hasta las cuentas hacen- repetir con AMLO es un “ir a la derrota segura”. La “mejor opción” es Marcelo Ebrard, y reabrir la posibilidad de “algún tipo de acuerdo” con el PAN.
¡Ya hasta andan diciendo, haciendo el símil entre ambos precandidatos, que la izquierda “tiene que decidir entre Chávez y Lula”!
Sí, otra vez el lenguaje divisionista. Regresa el lenguaje polarizador. Sólo que esa es la lectura de ellos, de los adversarios. De los que armaron o secundaron la “guerra sucia” en el 2006. De los que satanizaron el movimiento de defensa del petróleo. De los que alaban la guerra anti-narco y hoy festinan la recuperación del PRI como “una muestra de democracia” y ya hablan de su “inevitable” triunfo en el 2012.
Es decir, que la lectura de la izquierda no puede ser esa, debe ser otra. Para empezar, nada de reproches ni ajustes de cuentas como bien lo señaló Jesús Zambrano, dirigente del PRD, que la decisión de ir sin el PAN en el Estado de México no fue decisión de una sola persona.
Es decir, que es totalmente fuera de lugar hacer de los resultados del 3 de julio un pretexto para cobrar facturas. El hecho es que la izquierda, toda, se unió en torno a Alejandro Encinas y ahora nadie puede venir a reclamar “lo dije” porque entonces jugaba doble, con máscara, no le estaba apostando a la unidad sino a lo que pasó, a la derrota, y a sus propios intereses. Y eso se llama deslealtad.
La idea de que la izquierda debía pelear unida con un candidato insospechadamente de izquierda contra el PRI pero también contra el PAN, fue de todos. Así lo dijeron claramente en su momento tanto quienes se llaman “moderados” como quienes son calificados de “radicales”. Y hay que subrayar en ese sentido que el acto de Ecatepec no fue mera escenografía. Así que más que volverse a dividir por lo que pasó en el Edomex -que además era previsible dado el aparato que se enfrentaba- la izquierda debe ponerse a trabajar para tener un candidato presidencial fuerte y competitivo, que obedezca a las expectativas populares y garantice la defensa de un proyecto ideológico coherente, es decir, sin el PAN y claramente contra el PRI.
Contrario a lo que dicen los analistas las posturas dentro de la izquierda son más coincidentes que divergentes. ¿O es que puede ser más claro el diagnóstico que comparten AMLO y Manuel Camacho sobre las elecciones del domingo? López Obrador ha dicho que confirman que “es prácticamente inexistente la democracia, porque no se trató de comicios limpios y libres… y así gana hasta una vaca”. Y Camacho afirmó: “Si hubiera libertad habríamos ganado”. Ese pues, es el tema: la falta de condiciones para la democracia.
Porque hay otros elementos para el análisis que no podemos dejar de ver. Y hay que tener mucho cuidado con las lecturas equivocadas.
La explicación de la “debacle” para la izquierda y del “atronador” éxito” del PRI podría no ser tan simple. Y mucho menos tan rosa como la pintan los “opinadores”. Ya lo decíamos la semana anterior, que asumiendo incluso que los procesos electorales vividos en los estados de Coahuila, Nayarit, Hidalgo y el Estado de México pudieran evidenciar las grandes posibilidades que tiene el PRI de recuperar la presidencia nadie puede negar que también demuestran lo que los priístas son capaces de hacer para lograrlo, y lo poco que han cambiado en sus vicios y viejas prácticas. ¿O es que alguien puede concluir honestamente que en esos cuatro estados hubo verdadera competencia –condición indispensable de la democracia- y que existió igualdad entre los contendientes? No. Tan simple como que a las cuatro elecciones fue el PRI en mayor o menor medida con las cartas marcadas, siempre con clara ventaja.
Y lo peor es que estos actos no se reducen a los priístas. Lo vimos en las elecciones de hace un año y también lo hemos visto ahora. Las mañas y las trampas no son privativas del PRI. Lo más triste de nuestra realidad política es que el PAN en el gobierno no ha movido un dedo para cambiar las cosas y no solamente ha adoptado las viejas prácticas sino que las ha sofisticado a tal punto que hoy es común la utilización del aparato judicial del Estado para presionar a los adversarios y la difusión mediática de grabaciones ilegalmente obtenidas en contra de quienes no resultan “convenientes”.
El verdadero debate entonces, no es el que nos quieren meter: sobre las “culpas” en la izquierda y tampoco sobre si se perdió por no ir en alianza con el PAN. El debate debe ser sobre el marco legal que permite tanta porquería y tantas inequidades y sobre cómo, en un escenario como el que se tuvo no sólo en el Edomex sino en Coahuila y en Nayarit podría haber ganado no digamos la izquierda, cualquier partido diferente a los que tienen el poder…
Mesura entonces, es lo que necesita la izquierda. Y no caer en la trampa de los adversarios. En su juego. Y menos en su estrategia.
Dirán: es que un porcentaje “tan alto de diferencia” como el que se tuvo en el Edomex no se explica con esas “minucias” Y se equivocan. Precisamente ese porcentaje es la prueba mayor del tamaño de ficción democrática que vivimos. Y esa realidad no puede prevalecer en la elección del año que viene. En todo caso, el dato de fondo es el grado de insatisfacción ciudadana, pues al tenerse allá un abstencionismo de 57.3% (uno de los más altos del país) el porcentaje de votantes fue de apenas 42.7%, lo que reduce el voto por Eruviel Avila (el festinado 62% de ese porcentaje) a apenas un 28.5%, o sea nada.
Eso es lo importante y en eso es en lo que conviene trabajar: en asegurar la transparencia y confiabilidad de las elecciones presidenciales del 2012 (¿cómo cuidarlas?) y antes de eso en el proceso de selección del candidato presidencial de la izquierda evitando, sobre todo, que éste no sea rehén de la estrategia de “guerra sucia” que hoy arremete con nuevos bríos ni de la apuesta de algunos panistas, apuesta con la cual piensan salvarse de la debacle, reviviendo la alianza PAN-PRD.
Hay dos proyectos en pugna efectivamente. Pero no son el de la alianza de la izquierda con el PAN vs. el del PRI sino el de la izquierda y las fuerzas progresistas vs. el que por más de 25 años han compartido el PAN-PRI.
Por eso el camino para la izquierda no puede ser acercarse al PAN, confundir “madurez” o “moderación” con justificar las políticas del gobierno, porque el riesgo no es sólo volver a las políticas del PRI sino reposicionar al PAN abonándole al juego que se juega desde Los Pinos. Las alianzas del PAN con la izquierda, hay que decirlo claramente, son el tema del panismo que no tiene candidato, pero no de la izquierda que tiene grandes posibilidades siempre y cuando no confunda sus prioridades.
Y lo deseable, en lo que se refiera al método para elegir al candidato, es que no exponga debilidades sino antes bien potencie fortalezas, sobre todo por lo que toca al debate que se plantea entre AMLO y Marcelo Ebrard. Porque si ese debate va a girar en torno a quien es capaz de negociar con la derecha y quien no, o quien si acepta privatizar y quien no, es decir sobre quien encarna a Lula y quien a Hugo Chávez, entonces nos vamos a equivocar.
Alguien que mucho puede ayudar en este camino es, sin duda, Alejandro Encinas. Ojalá se sepa aprovechar su enorme capital político, su capacidad de conciliación de sobra manifiesta en estos meses y su innegable ascendiente entre toda la izquierda, para que abone más a la unidad que se necesita.
Pues unidad, unidad y más unidad es la auténtica lección que se desprende de la elección del domingo 3 para la izquierda.

Publicado en Unomásuno el 12 de julio de 2011.

ELECCIONES AL ESTILO PRI… Y PAN

Iturbide, con la Independencia empezaron los fraudes electorales
Los procesos electorales vividos en los estados de Coahuila, Nayarit, Hidalgo y el Estado de México evidencian, sí, las grandes posibilidades que tiene el PRI de recuperar la presidencia en el 2012 pero también lo que los priístas son capaces de hacer para lograrlo, y lo poco que han cambiado en sus vicios y viejas prácticas.


Simplemente, en ninguno de esos cuatro estados hubo verdadera competencia –condición indispensable de la democracia- porque no existió igualdad entre los contendientes. A las cuatro elecciones fue el PRI en mayor o menor medida con las cartas marcadas, siempre con clara ventaja.

Para asegurar esa ventaja, en el Estado de México modificaron la legislación electoral a fin de acomodar las elecciones a los intereses del gobernador y del PRI, quienes además contaron desde el principio con el aval del Instituto Estatal Electoral, el cual se convirtió de hecho en parte de la estructura gubernamental y priísta para favorecer a su candidato.
De nada valieron las denuncias de la oposición, la evidencia, por ejemplo, del video en el que fue captado un funcionario en una reunión entre priístas y autoridades de Chalco revelando el plan gubernamental para coaccionar masivamente la compra de votos en favor de Eruviel Avila. Los consejeros del IEEM, en lugar de sancionar el hecho, turnaron el caso a la contraloría estatal, encabezada por otro priísta quien, desde luego, no hizo nada ni sancionó a nadie. Y lo mismo pasó con la prohibición de difundir propaganda oficial, con los actos anticipados de campaña y con el excesivo gasto en que incurrió el PRI, que rebasó con mucho los límites legales. Para todo hubo salida y olvido.
En Coahuila, igual. Con tal de asegurar la sucesión dinástica de los hermanos Moreira no se escatimó en poner descaradamente a su servicio el aparato gubernamental completo, auxiliado y encubierto siempre, también, por el organismo electoral, cuya actuación se puso en entredicho desde el año pasado mediante denuncias de corrupción y manejos dudosos del presupuesto pero que por si fuera poco quedó al descubierto en su sumisión al PRI gracias a una conversación que trascendió, vía mensajes de texto, entre el consejero Manuel Gil Navarro y el representante del PRI Ramón Verduzco que le pedía orientar su voto en cierto sentido. Después de votar como le pedía el priísta, Gil Navarro le escribió: “va a favor y por un cariñito”.
En Hidalgo, en el colmo, hubo hasta brigadas de choque priistas, brigadas provenientes del Estado de México, dedicadas lo mismo a comprar votos que a quemar urnas. Se registraron actos de violencia aún antes del día de la elección, particularmente en la región de la huasteca, y por supuesto no faltaron los “regalos”, cemento, varilla, despensas, etc., otorgados con recursos oficiales.
En Nayarit, el mandatario priísta Ney González fue denunciado por todos los partidos ante la Fepade por su ostensible intromisión en las campañas y violaciones a la ley por promoción de obra pública.
Pero lo peor es que estos actos no se redujeron a los priístas
No se piense que las mañas y las trampas son privativas del PRI. Lo más triste de nuestra realidad política es que el PAN en el gobierno no ha movido un dedo para cambiar las cosas. Y así se vio ahora, también, en varios estados. En Coahuila, por ejemplo, adonde el dirigente estatal del PRI, José Luis Flores, acusó a Felipe Calderón de utilizar el aparato del Estado para investigar a funcionarios coahuilenses con tal de inducir a los electores. Y en Nayarit, adonde se presentó una grabación de un funcionario que decía tener indicaciones de beneficiar a los aspirantes panistas y se acusó el delegado de la Sedesol en esa entidad, David Rivera Bernal, por desvío de recursos y programas sociales a favor de la candidata del PAN a la gubernatura Martha Elena García.
Dirán que no esto no sólo pasa en México, que es “la condición humana”; pero el hecho es que cada país ha resuelto sus elecciones mediante leyes que garantizan más o menos su transparencia y confiabilidad. Es decir, que gracias a eso no son lo mismo las elecciones en Estados Unidos o en Francia que en México o en Honduras. Y no por razón de raza o condición económica, por cierto, sino por algo muy simple: por el marco legal e institucional que en cada uno de estos países rige. El punto es que México viene de una tradición antidemocrática muy acendrada que no hemos sabido o querido superar. Prácticas amañadas para torcer la voluntad de los ciudadanos que no datan de hace unos años sino que nacen junto con la nación. Y muy seguramente nos vienen de mucho antes.
Nuestras primeras elecciones, las de 1822 para elegir al Congreso Constituyente, se dieron en medio de anomalías serias. Unos diputados fueron electos de acuerdo a la Constitución española, otros de acuerdo a la convocatoria de la Junta Provisional Gubernativa y otros más por mero nombramiento del “hombre fuerte” del momento, Agustín de Iturbide. Y las segundas, las de 1826, que fueron para elegir los congresos estatales que dos años después iban a tener la facultad de elegir a su vez a nuestro segundo Presidente, fueron según Michael P. Costeloe en muchos aspectos “artificiosas” y pusieron de manifiesto “una agudeza política y una habilidad tal vez inesperadas”.
Se refiere Costeloe a que esas elecciones inauguraron una serie de prácticas que luego serían muy comunes pero no por ello menos condenables. En ese tiempo no había partidos, había logias masónicas, la Yorkina y la Escocesa, que con tal de asegurarse el poder no repararon en recursos. Cada logia adoptó su estrategia para atraer votantes. Los yorkinos aprovecharon el descontento general con los españoles para acusar a los escoceses de querer volver a poner al país al servicio de la corona española y los escoceses por su parte, que no se atrevían a atacar a los yorkinos por sus ideas, muy populares, de democracia y federalismo, emprendieron contra ellos una guerra sucia que alcanzó hasta la vida privada de los candidatos. Al final no hubo debate de ideas sino una competencia de insultos y ataques personales. Por si fuera poco, unos y otros enviaron delegados por todo el país generosamente provistos de fondos para coaccionar y sobornar electores y unos y otros también mandaron imprimir boletas con el nombre de sus candidatos y daban dinero a cambio de que los electores las usaran para votar. Como los yorkinos controlaban el gobierno, los empleados gubernamentales fueron amenazados con el despido si no votaban por sus candidatos. Además, el día de las elecciones apostaron a sus secuaces cerca de los lugares de votación y compraban las listas de los escoceses, y a los que se negaban los echaban con insultos de las mesas de votación. Carlos María Bustamante decía que fue tal el mercadeo de votos que varios votantes llegaron a celebrar subastas en las calles para vender su voto al mejor postor.
Francisco de Paula y Arrangoiz describió así nuestras primeras elecciones: “En México, donde no hay opinión formada en el pueblo; donde las elecciones primarias se hacen al arbitrio de los comisionados para formar los padrones, y las de segundo y tercer grado son el resultado de las intrigas que se ponen en ejercicio con los electores primarios y secundarios, el sistema representativo es una verdadera farsa, muy costosa para el país algunas veces. Así es que cada partido tiene a mano sus diputados y senadores: como en el teatro sucede, se sabe con anticipación quiénes son los actores, cuáles los primeros galanes, los graciosos y los bufones, que de todo hay en los Congresos”.
Lo más lamentable es que, como está a la vista, muchas de esas prácticas se mantienen mejoradas y sofisticadas gracias a la tecnología. Muy grave es que después de lo que pasó en el 2006 y del elevado costo que hemos tenido que pagar por la división que generó la insatisfacción por aquellas elecciones, en 5 años que han pasado desde entonces no se ha logrado una reforma electoral que de realmente certidumbre sobre el proceso del 2012 y ni el IFE ha avanzado en credibilidad, al grado de que incluso no hay acuerdo para designar a sus consejeros pendientes. ¿Qué estarán esperando?

Publicado en Unomásuno el 5 de julio de 2011.

EL FINAL ¿EXITOSO? DEL MOVIMIENTO DE SICILIA

"Por desgracia, Javier, esto es puro circo"
En medio de un despliegue inusitado y una extraordinaria “buena prensa” para algo que no se presentaba, al menos de principio, como muy en sintonía con el sentir oficial, todo parece indicar que llegó a su fin el esfuerzo movilizador de Javier Sicilia. El encuentro del pasado jueves en Chapultepec entre activistas civiles y autoridades gubernamentales marcó el epílogo del “Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad” con dos frases que quedan para la historia. Una, de Julián Lebarón, y otra del propio Sicilia.

La del primero, la anotó Lebarón a Sicilia en pleno encuentro, en una tarjeta: “Por desgracia, Javier, esto es puro circo”, decía en ella. Y este fue el comentario que al final de todo hizo el poeta: “Veo algo más grave en el Presidente que el hecho de no aceptar que su estrategia ha fallado y que debe ser cambiada. Dijo algo más terrible todavía: ‘Estoy dispuesto a pagar los costos morales’. Ya no le importa cargar con la culpa y responsabilidad por las 40 mil muertes y las más de 10 mil desapariciones. Creo que es irresponsable que diga eso, porque entonces no oyó… Sigue obstinado y quiere seguir pagando esos costos. Lo lamento por él”.
Vaya, ni siquiera aceptó la invitación que se le hizo para sumarse a la segunda etapa de la caravana que esta vez recorrerá el sureste hasta la frontera de Guatemala. ¡Ni más ni menos que el movimiento en charola de plata!
Lo más lamentable es que la esperanza de muchos, la gran expectativa rectificadora generada inicialmente fue muy hábilmente aprovechada por los responsables mayores de la estrategia cuestionada precisamente para exculparse de su responsabilidad y para justificar que nada cambie. Y, claro, para mostrar a un gobierno condescendiente y muy receptivo: que creará ahora un fideicomiso para levantar un monumento a los caídos, a los 40 mil muertos en este sexenio; que creará también una más de esas comisiones que tanto les gusta a los políticos para no resolver nada, desde luego coordinada por la secretaría de Gobernación; y que mandará al Congreso leyes para asegurar mayor atención a las víctimas de la violencia pero que no está dispuesto a pensar siquiera en cambiar la estrategia, nada de parar la militarización, que para eso no fue la reunión. Y por lo visto tampoco para eso fue “el movimiento”.
No por nada después de las tres horas de discursos y reclamos se dio el lujo de asegurar Felipe Calderón que está dispuesto a rectificar, “sí, pero nada más quiero ver con claridad en qué exactamente” acotó de inmediato. Es decir, que por lo menos para él no hubo nada claro en la reunión.
A pesar de que se habló en ella de las “instituciones podridas”, ninguno de los funcionarios ahí presentes hizo el compromiso de cambiarlas. A pesar de que se aclaró también ahí que el debate no era sobre si se debía actuar o no contra la delincuencia sino simplemente sobre cual era la mejor estrategia, nadie, absolutamente nadie de los destinatarios se sintió aludido. Y a pesar incluso de que se recordó el origen del actual gobierno, la manera como llegaron al poder y los compromisos que para lograrlo hicieron con facciones corrompidas, para nada de eso se tuvo respuesta.
La verdad es que en el encuentro los participantes ciudadanos presentaron algunas ideas concretas para diseñar una política gubernamental distinta a la actual, más eficaz y, sobre todo, más apegada a derecho y menos costosa para los ciudadanos: desmilitarización de las tareas policiales; combate a la corrupción en las instituciones de procuración de justicia y en las corporaciones de la fuerza pública; persecución de los sectores empresariales vinculados al narcotráfico; despenalización de ciertas drogas y acciones efectivas en materia de educación, salud y empleo. Y aún así el discurso oficial sigue siendo que no hay otro camino, que modificar lo que ahora se hace es estar del lado de “los malos”, favorecer a los delincuentes.
Y conste que ya nadie se acordó en la reunión del clamor del Zócalo el 8 de mayo. Nadie dijo nada del “¡Fuera Calderón!” que cimbró ese día, ni siquiera del “¡Fuera García Luna!” en que aquél se trastocó gracias a la habilidad del poeta; y mucho menos, claro, del Pacto Nacional Ciudadano firmado en Ciudad Juárez el 10 de junio, calificado luego por el propio Sicilia de “error” y descalificado en automático por los “líderes de opinión” y por los políticos “sensatos”. Que para eso tampoco era “el movimiento”.
“Secuestraron al pobre Sicilia”, “lo chamaquearon” se apresuraron a justificar entonces la firma del Pacto por el poeta y su posterior desistimiento. Pero, y ahora, ¿no es otro secuestro lo que estamos viendo después de la reunión de Chapultepec?
Efectivamente, apenas se habían firmado hace 15 días los resolutivos del ejercicio democrático en que devino la caravana de Sicilia y trascendieron las demandas contenidas en estos, como una sola voz se alzaron algunos opinadores denunciando “la desviación” del movimiento, reclamando que se lo habían “arrebatado” a Sicilia. ¿Pero y que no se trataba de eso?, ¿de que la ciudadanía se empoderara, que se integrara el clamor de las mayorías dispersas a la convocatoria de un solo hombre, sin partido, sin intereses ocultos, y que nos uniéramos todos en su dolor para generar un movimiento de suma y unificación nacional de todos los que queremos transformar a México? Resulta que no, que precisamente cuando más fuerte aparecía “el movimiento”, cuando había logrado incluir realmente a todos los polos de pensamiento –desde el SME y el EZLN hasta la iglesia y las organizaciones católicas pro-derechos humanos- y suscribir con ellas un pacto plural, integrador, sucedió que Sicilia negó su firma, negó las causas de que se habló en Ciudad Juárez, y sacó su propio pliego petitorio. Obsta decir que ese pliego está muy lejos no sólo de las expectativas sino de las ofertas de enriquecerlo que originalmente esgrimió el poeta. Así que lo que vimos el pasado jueves en Chapultepec no es sino consecuencia de esa inconsecuencia. Y si no, ¿a quien puede servir la insistencia en distribuir las responsabilidades por los muertos, por las violaciones a los derechos humanos, por el terror de pueblos enteros no sólo entre las diversas instancias locales y federales sino entre los partidos y hasta entre nosotros los ciudadanos?
Enmarcado en el entusiasmo levantado por los movimientos de insurgencia cibernética creados desde las redes sociales en varias partes del mundo el movimiento de Sicilia nació con una aureola: la de que implicaba el despertar aquí, por fin, del poder civil. El agrupamiento de “los inconformes” de acá para reclamar por fin a quien se debe reclamar, al gobierno, por el incumplimiento de su papel y de su función. El hecho es que algo pasó entre la convocatoria de Sicilia y la reunión de Chapultepec que lo que se palpa es, por lo menos, contradicción entre el origen y el resultado.
Dirán misa, que fue “histórico”, que “jamás se había visto algo así”, que es ejemplo, “un curso intensivo”, de lo que debe ser el diálogo “constructivo”, ese resultado está a la vista y una conclusión en la que todos coinciden, hasta los más entusiastas, es que ganó la estrategia gubernamental y que Sicilia no fue eficaz para convencer de que el problema del narcotráfico no se resuelve con más armas ni con más soldados en las calles.
Con el nivel más bajo de su popularidad en las encuestas, reflejo claro del clamor nacional adverso, hoy Calderón se alza, empero, como un habilísimo político que supo aprovechar las protestas en su contra y trocarlas en la mejor justificación de sus políticas. Y de sus errores. Sin ofrecer prácticamente nada a cambio.
No podía esperarse menos, y no puede esperarse menos que verlo insistiendo en los próximos días en poner fin al movimiento de Sicilia sumándolo a su estrategia para no cambiar nada.
Está en Sicilia y en los ciudadanos, sobre todo, que esto no pase y que la esperanza de un movimiento civil reivindicativo real se dé finalmente en México.
Mucho nos hace falta. Mucho ayudaría, frente a lo que se ve venir.

Publicado en Unomásuno el 28 de junio de 2011.

LA IZQUIERDA EN EL 2012: ¿UN LULA MEXICANO U OTRO LOMBARDO?

Vicente Lombardo, en caricatura de los 40.


Lula con Marcelo Ebrard durante su última visita a México.














Es lugar común decir que la historia de la izquierda en México es la historia de sus divisiones y confrontaciones internas. Lo peor es lo que apuntábamos en colaboración anterior, que esas divisiones y confrontaciones no han tenido ninguna razón ideológica sino que simple y sencillamente han sido producto de distintos punto de vista “tácticos”: el de quienes le han apostado al ideal y a la defensa de los principios contra quienes han sostenido que el mejor papel de la izquierda es el de ser “la cola del gobierno”, y se han vendido.

Es la escuela de Vicente Lombardo Toledano, creador del Partido Popular Socialista (PPS), quien sostenía que en México sólo había una izquierda “posible”, la colaboracionista, la contraria a lo “radical”. Y de Rafael Aguilar Talamantes, creador del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), quien antes de tomar una decisión acudía a la Secretaría de Gobernación a recibir línea.
Si se quiere conocer la manera como el régimen priísta corrompía a los líderes opositores, y los desmovilizaba, hay que leer “La Grilla” de Mario Guerra Leal, un joven que apenas dejó la universidad de sumó a las filas del henriquismo, lleno de ideales, pero pronto aprendió los beneficios de jugar a la oposición “correcta” y fue creador y dirigente lo mismo de partidos de izquierda que de derecha, según las instrucciones que recibía de los Presidentes a los que servía.
Además de ese libro, están las biografías, claro, de: Lombardo y Aguilar Talamantes. Del primero se sabe ahora que no sólo servía al gobierno y al PRI sino que era agente de la Unión Soviética –su nombre en clave era “Sh”-, y que hasta logró desplazar al Partido Comunista Mexicano en la estrategia del Kremlin, particularmente durante la etapa cardenista.
Lombardo llegó a decir, allá por 1945, que en México la táctica de la izquierda “consiste en apoyar el régimen de la Revolución independientemente de sus errores y de sus fallas... Creer en la táctica de la lucha de clases sin cuartel, es un error. La táctica revolucionaria es la Unidad Nacional”. Luego, en enero de 1947 llamó a todos los grupos y organizaciones de izquierda a unificarse pero su llamado fracasó porque la mayoría disintió de Lombardo, quien propuso: “La creación de un gran partido popular de las masas progresistas de México… un partido que formará parte del régimen revolucionario... colaborará con el gobierno... Será un organismo más a favor de la Revolución Mexicana”. Y poco después, en un acto al que asistió como invitado el entonces dirigente del PRI, subrayó: “Me alegro que se encuentre entre nosotros mi querido amigo y compañero, el presidente del PRI, general Sánchez Taboada. Y me da gusto poder decir en su presencia que el nuevo partido no es para combatir al PRI. Colaboraremos con el PRI”.
Y cuando surge finalmente ese partido, el PPS, en 1948, todo mundo especuló sobre el origen de los recursos que permitieron su fundación. Se aseguraba que Lombardo lo había hecho con dinero que le dio Miguel Alemán, o bien el expresidente Manuel Avila Camacho. Y esto se vino a confirmar cuando uno de los colaboradores de Lombardo, Víctor Manuel Villaseñor, se retiró de su cargo directivo tan pronto como un año después de la fundación del PPS asegurando decepcionado que el partido recién creado era una farsa, “un cadáver”. Con el tiempo, Villaseñor llegó a revelar: “La mayor parte de los fondos con que se llevaron a cabo los trabajos de formación del partido fueron obtenidos por Lombardo, sin que la dirección política ni la comisión de finanzas llegara nunca a conocer el origen y cuantía de esos recursos, cuyo manejo fue hecho siempre directamente por Lombardo, o a través de Enrique Ramírez y Ramírez... Era versión generalizada de que tales recursos provenían de la presidencia de la República y del general Manuel Avila Camacho”.
Más escandaloso que eso fue su papel de esquirol en las elecciones de 1952, de 1958 y de 1964. En las del 52 dividió a la izquierda fingiendo una candidatura “oposicionista” para favorecer al PRI y en las otras dos ya, de plano, abiertamente apoyó a los candidatos del PRI. Y a pesar de todo eso Lombardo tiene su nombre en letras de oro en la Cámara de Diputados sin que nunca nadie haya denunciado nada de esa “honrosa” trayectoria.
Aguilar Talamantes, por su parte, no tenía empacho en reconocer los patrocinios oficiales que le permitieron crear su partido, el Socialista de los Trabajadores. “Echeverría –declaró hace unos años- dio instrucciones a Víctor Bravo Ahuja, secretario de Educación Pública, para que nos proporcionara 30 mil pesos mensuales. Con esa cantidad, más un auxilio financiero que logramos con Fausto Cantú Peña (director entonces de Inmecafé, preso posteriormente bajo cargos de peculado), el PST pudo sostener su actividad durante un largo periodo.”
Después recibiría apoyos también de José López Portillo y en 1988 traicionaría a Cuauhtémoc Cárdenas a cambio de un acuerdo con Carlos Salinas. Según el propio Agular Talamantes, luego del fraude, él mismo le planteó a Cárdenas que “era un absurdo, una irresponsabilidad política” dejar de reconocer la realidad, y evitar la calificación de Salinas. Y cuenta cómo hasta gestionó la entrevista entre Salinas y el hijo del “Tata” para que suscribieran el tal acuerdo. Cuando finalmente se hizo la calificación de las elecciones, Aguilar Talamantes reconoció tácitamente la derrota de su partido… a cambio de 36 diputados, el mayor número de entre los partidos que apoyaron a Cárdenas.
Pues bien, el fantasma de Lombardo y Aguilar Talamantes recorre hoy las filas de la izquierda. Y otra vez, como en 1952 y como en 1988, prevalecen dentro de sus filas las dos corrientes que históricamente han disputado su control: la de quienes ya dan por descontado el triunfo del PRI y se aprestan a negociar algo en su beneficio a cambio de su derrota asumida de antemano; y la de quienes tienen compromiso con el ideal y están dispuestos a competir. Y a ganar.
Se habla ya hasta de la necesidad de encontrar a un “Lula mexicano” que abandere la lucha de los “realistas”, de los “prácticos”, de los “moderados”. Y se utiliza ese argumento, y el de que necesitamos una izquierda “amplia e incluyente”, es decir “correcta y viable”, desde luego no radical, para justificar la descalificación de AMLO y la contemporización con la derecha mediante alianzas cupulares. Argumentan que en el 2006 AMLO perdió porque “se radicalizó”, porque no supo “incluir”; e independientemente de que quien esto dice ignora las trampas en que se incurrió en esa elección, si revisamos los hechos veremos que lejos de radicalizarse el discurso de AMLO –me refiero al verdadero, no al que inventó la propaganda- fue centrista. Y él lo dijo así claramente no una sino varias veces. Basta releer su Proyecto Alternativo que presentó en 2005. Es decir, que la polarización la provocaron otros. Los que lo llamaron “un peligro para México”, los que lo equipararon con Chávez y con Castro. Y en todo caso, si hubo un error táctico en el 2006 para mí que fue la estrategia de acercarse al “centro”, recurrir a lo que algunos llaman eufemísticamente el discurso “incluyente” de tratar de sumar a todos. Y también el temor a marcar distancia con respecto de quienes, pintándose de “realistas”, siempre han saboteado a la izquierda y seguirán saboteándola sencillamente porque no son de izquierda.
Por eso pienso que es una nueva trampa hablar ahora, desde la izquierda, de que “hay diferencias” y que efectivamente existe moderación por un lado y radicalismo por el otro, cuando lo que puede haber, repito, y eso es lo grave, es mera tentación por negociar la derrota. Como Lombardo, como Aguilar Talamantes.
Yo no sé qué tan izquierdista consideren a Lula los izquierdistas brasileños en el parámetro que de la izquierda se tiene en Brasil y particularmente en su partido el PT; pero aquí se asemeja más a Salinas y a Alemán que a Cárdenas y a Múgica, y eso es digno de tomarse en cuenta, porque ese es, en todo caso, el parámetro que cuenta. ¿O es que se piensa que es mera casualidad que Lula sea es el paradigma invocado por analistas y políticos conservadores y hasta por Felipe Calderón, quien no ha dudado en proclamarlo varias veces como ejemplo de lo que es un “buen gobierno”? Seguiremos en el tema.

Publicado en Unomásuno el 21 de junio de 2011.

¿ESTRATEGIA O COMPETENCIA?: EL METODO PARA ELEGIR AL CANDIDATO DE LA IZQUIERDA

Serrano y Gómez negociando la candidatura única en 1927.

Lombardo, Cándido Aguilar y Henríquez negociando el Frente Unido de Izquierda en 1952



Si bien la atención de todos los partidos, y desde luego de la izquierda, está concentrada ahora en sacar adelante las campañas en el Estado de México, la política no se detiene y se mantiene sobre la mesa el tema del método para elegir al candidato presidencial del DIA, es decir del PRD, PT y Convergencia, más el Morena, el movimiento que durante 5 años ha venido forjando AMLO.

El reto, como siempre en estos casos, es que se logre a un acuerdo que todos acepten y reconozcan. A favor cuenta la voluntad manifiesta de las partes para llegar al 2012 con un candidato único. En contra, que hay muchas dudas acerca de ese concepto de que lo será “el mejor posicionado”, toda vez que AMLO lleva varios años en campaña, recorriendo el país, y las encuestas no ayudan en nada para dilucidar si realmente existe competencia real que le dispute la candidatura que ya tuvo en 2006. Lo peor es el papel que en todo esto puede jugar la estrategia de Felipe Calderón para resolver su propia sucesión y que hay un marcado interés por sacar de la contienda a AMLO por parte no sólo de Calderón sino de algunos grupos incluso de la propia izquierda; así que la pregunta es: ¿hasta que punto no se está perdiendo el tiempo y resulta desgastante mantener un proceso interno de competencia cuando, si algo necesita la izquierda, es cuidarse del juego de los otros, no caer en él; es decir, pura estrategia?
Me refiero, concretamente, a que se está planteando una contienda interna entre dos aspirantes –AMLO y Marcelo Ebrard- que tendrán que resolver sin quedar auto-descalificados antes de la contienda constitucional, en un contexto por demás difícil, y las experiencias al respecto no son muy alentadoras. No porque no se pusieran de acuerdo en su momento los precandidatos decíamos en la anterior colaboración, sino por la mano del gobierno.
El primer intento de un acuerdo de declinación o alianza entre precandidatos presidenciales para sumar fuerzas fue en 1927 entre Francisco Serrano y Arnulfo R. Gómez, quienes se oponían nada menos que al reeleccionista Alvaro Obregón, y fracasó por causas ajenas a ellos. Pasó que ante la evidencia de que el aparato gubernamental los iba a avasallar, los dirigentes de los partidos que los postularon se reunieron en septiembre de ese año para tratar de llegar a un acuerdo. Por Gómez asistieron Félix F. Palavicini, Vito Alessio Robles, Calixto Maldonado y Julián Malo Juvera, y por Serrano Carlos Vidal, Carlos Robinson y Federico Sodi. La propuesta era que el candidato que demostrara mayor apoyo popular declinara a favor del otro, y tanto Gómez como Serrano aceptaron la propuesta pero decidieron mantenerla en secreto por unos días para evitar la reacción del gobierno. No lo lograron. El Presidente Calles intentó disuadir a Serrano, pero cuando éste se negó a abandonar la contienda, les tendió una trampa: de acuerdo con Obregón los acusó a él y a Gómez de estar preparando una rebelión, y los mandó fusilar sin juicio de por medio.
Otra experiencia fue en 1952 y ya hemos hablado de ella. Fue con motivo de las elecciones que confrontaron por el lado oficial a Adolfo Ruiz Cortines y por la oposición progresista a Miguel Henríquez Guzmán y Vicente Lombardo Toledano. Para potenciar la fuerza anti-gobiernista se acordó impulsar una alianza entre el partido henriquista, la Federación de Partidos del Pueblo, y el de Lombardo, el Partido Popular, y sumar al Partido Comunista, al de la Revolución, al Constitucionalista y al Obrero y Campesino. Las pláticas redundaron en una plataforma común y en una planilla única de candidatos al Congreso pero cuando estaba por decidirse la candidatura de Henríquez, sin duda el mas fuerte, Lombardo empezó a dar largas, ponía más condiciones, hasta que un buen día Henríquez se presentó en su casa y le dijo que estaba dispuesto a hacer una transacción tan ventajosa para Lombardo que implicaba que éste tuviera el control de su gobierno, sólo que en respuesta, inexplicablemente, Lombardo le contestó que se rompía la alianza. Luego de eso, el PRI proclamó su triunfo en las elecciones y a pesar de que todos los partidos opositores reclamaron el fraude, el primero que reconoció a Ruiz Cortines fue Lombardo. Lo que nadie sabía entonces fue que jugaba de acuerdo con el PRI. Algunos años después sus colaboradores hasta se jactaban por el hecho: “Fue una manera estratégicamente bien planeada… de ayudar a despejarle el camino a Ruiz Cortines", llegó a confesar un insospechado lombardista, Vicente Fuentes Díaz que, obvio, acabó siendo un miembro prominente del PRI (Excélsior, 3 de junio de 1987).
En fin, que otro esfuerzo más fue en 1988. Se reunieron ese año en torno a la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas prácticamente todos los partidos de izquierda, el PARM, el PPS, el PSD, el PFCRN, y formaron el Frente Democratico Nacional. Sólo faltaba el PMS, que ya tenía candidato, Heberto Castillo. Hubo pláticas entre Gilberto Rincón Gallardo, segundo de Heberto, y Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. El gobierno intentó por todos los medios evitar la alianza, disuadir a Castillo, pero éste no cayó y por el contrario, tuvo la generosidad y alteza de miras de declinar un mes antes de las elecciones. Y no solo hizo eso, sino que un año después fue el decidido impulsor para ceder el registro del PMS a lo que hoy es el PRD, sin condición alguna, registro, prerrogativas y patrimonio. Caso, hay que decirlo, pocas veces visto en nuestra historia política.
Una ocasión en que estuvo a discusión la candidatura única de toda la oposición fue en 1999, cuando se sentaron a negociar una coalición el PRD, el PAN, PT, PARM, PAS, PSN y Convergencia. No fueron pocas las pláticas y negociaciones entre los dirigentes de todos los partidos, pero no llegó el acuerdo porque a nadie convencía el método. Se rechazó la consulta y las encuestas, y también una mezcla de las dos. Muchas eran las presiones para que Cárdenas declinara a favor de Fox, quien aparentemente mantenía ventaja sobre Cárdenas. Las encuestas conocidas les daban a Cárdenas entre un 18 y un 10% y a Fox entre 38 y 30% con clarísima ventaja para el candidato del PRI, desde luego. Y recuerdo un relato que escuché de Manuel Camacho. Invitó a comer a los dos precandidatos. “Uno debe ser el Presidente y otro el héroe de la transición”, les propuso. Pero ninguno cedió. "No declinaré mi candidatura porque el PAN y Vicente Fox son lo mismo que el PRI y Francisco Labastida, y ellos no declinarían por mí", argumentaría Cárdenas poco después. Y el triunfo fue para Fox. ¿Quién tuvo razón? ¿Cárdenas o el ganador de aquella elección? Yo creo que los resultados están a la vista y, en todo caso, el que perdió más fue el país por una sencilla razón: porque el hijo del “Tata” estaba en lo justo al decir que PRI y PAN son lo mismo.
Por eso es que hoy, cuando la izquierda está ante una oportunidad inmejorable de ser la verdadera fuerza en disputa con el PRI por la presidencia en el 2012, conviene recordar esa experiencia.
Marcelo Ebrard ha dicho y reiterado que está en condiciones de disputarle la candidatura a AMLO, y sin embargo hay lecciones que es preciso valorar. Una de ellas, precisamente, la de Cárdenas vs. Fox en 1999.
El PAN nada tiene que hacer en la elección de dentro de un año. Esto es algo que hasta el propio Calderón lo sabe. A menos, claro, de que la izquierda se equivoque. O se induzca que se equivoque.
Y la palabra la tienen las dirigencias de los tres partidos del DIA -PRD-PT-Convergencia-. Y, claro, de manera determinante AMLO y Marcelo Ebrard.

Publicado en Unomásuno el 14 de junio de 2011.