jueves, 20 de marzo de 2008

LA ENTREVISTA QUE CAMBIO LA HISTORIA



3 de Marzo de 1908. 100 años de la Entrevista Díaz-Creelman.

El 3 de marzo de 1908 el diario El Imparcial publicó una entrevista que sería decisiva para la historia de México. Casi todos los autores la ubican como el momento clave en el cual empezó a gestarse la caída de Porfirio Díaz. Se trataba de la entrevista que le había concedido éste, unos días antes, al periodista norteamericano James Creelman, reportero del Pearson’s Magazine.
Y al parecer se pactó con el único objeto de calmar a los inversionistas norteamericanos ante la eventualidad de la muerte de Díaz. Es decir, que no iba dirigida al país, y sin embargo, en cuanto se publicó aquí, provocó múltiples reacciones, porque Díaz declaró que en 1910 cumpliría 80 años y ya no se reelegiría.
Hacía ya dos años que el PLM había convocado a su revolución para derrocar a don Porfirio, sin resultados. Pero ahora, después de 30 años de calma, explotó la inquietud política. En todo el país surgieron grupos democráticos. Francisco I. Madero, cuyo padre era socio de José Yves Limantour, empieza a escribir su libro "La Sucesión Presidencial" y para octubre está ya organizando el Partido Nacional Democrático, que luego se llamará Partido Anti-reeleccionista porque en noviembre se instala en la Ciudad de México un partido con ese nombre, que presiden Francisco de P. Sentíes y Benito Juárez Maza pero para postular a Bernardo Reyes. Y empezó a aparecer un periódico "México Nuevo", dirigido por Juan Sánchez Azcona, que se dedicó a preparar el camino de los cambios.¿Qué dijo Díaz que provocó tal batahola de reacciones? Ni más ni menos que: “No importa lo que al respecto digan mis amigos y partidarios, me retiraré cuando termine el presente periodo y no volveré a gobernar otra vez. Para entonces tendré ya 80 años”.
Era la primera vez que decía algo semejante. Hacía 30 años que cada cuatro años se repetía el ritual de su reelección, sin competencia, y ningún contendiente a excepción de Nicolás de Zúñiga y Miranda.
El título de la entrevista fue: “El Presidente Díaz, Héroe de las Américas” y de acuerdo con lo pactado, Creelman fue recibido en el Castillo de Chapultepec y tuvo ahí la oportunidad de conversar largamente con el presidente Díaz.

Escribió Creelman sobre el dictador:
"Ha gobernado la República Mexicana por 27 años con tal energía, que las elecciones se han convertido en meras formalidades: con toda facilidad podría haberse coronado... Anuncia que insistirá en retirarse de la presidencia al final de su presente periodo, de manera que podrá velar porque su sucesor quede pacíficamente establecido y que con su ayuda el pueblo de la República Mexicana pueda mostrar al mundo que ha entrado ya a la más completa y última fase en el uso de sus derechos y libertades, que la nación está superando la ignorancia y la pasión revolucionaria y que es capaz de cambiar y elegir presidente sin flaquear y sin guerras".
A continuación, Díaz hizo una especie de “evaluación” de sus años en la Presidencia: “A pesar de que yo obtuve el poder principalmente por el Ejército, tuvo lugar una elección tan pronto como fue posible y ya entonces mi autoridad emanó del pueblo. He tratado de dejar la Presidencia en muchas y muy diversas ocasiones, pero pesa demasiado y he tenido que permanecer en ella por propia salud del pueblo mexicano que ha confiado en mí… Hemos preservado la forma republicana y democrática de gobierno. Hemos defendido y guardado intacta la teoría. Sin embargo, hemos también adoptado una política patriarcal en la actual administración… con fe ciega en la idea de que una paz forzosa permitiría la educación, que la industria y el comercio se desarrollarían”.
Luego dijo:
"Es un error suponer que el futuro de la democracia en México ha sido puesto en peligro por la prolongada permanencia en el poder de un solo presidente. Puedo con toda sinceridad decir que el servicio no ha corrompido mis ideales políticos y que creo que la democracia es el único justo principio del gobierno, aun cuado llevarla al terreno de la práctica sea posible sólo en pueblos altamente desarrollados.
"Es un sentimiento natural en los pueblos democráticos el que sus dirigentes deban ser cambiados. Estoy de acuerdo con este sentimiento."

"He esperado pacientemente porque llegue el día en que el pueblo de la República Mexicana esté preparado para escoger y cambiar sus gobernantes en cada elección, sin peligro de revoluciones armadas, sin lesionar el crédito nacional y sin interferir con el progreso del país. Creo que, finalmente, ese día ha llegado".

Sobre la política económica del gobierno aseveró:
"Tuve en mi juventud duras experiencias que me enseñaron muchas cosas... Creía en los principios democráticos como todavía ahora creo, a pesar de que las circunstancias me han obligado a tomar medidas severas para asegurar la paz y con ella el desarrollo, que deben preceder a un gobierno absolutamente libre. Meras teorías políticas, por sí solas, no crean una nación libre.
"La experiencia me ha convencido de que un gobierno progresista debe buscar premiar la ambición individual tanto como sea posible, pero debe poseer un extinguidor, para usarlo firme y sabiamente cuando la ambición individual arde demasiado para que siga conviniendo al bien común.
"México tiene hoy una clase media, pero no la tenía antes. La clase media es aquí, como en todas partes, el elemento activo de la sociedad. Los ricos están demasiado preocupados por sus mismas riquezas y dignidades para que puedan ser de alguna utilidad inmediata en el progreso y en el bienestar general... Pero por otra parte, los pobres son a su vez tan ignorantes que no tienen poder alguno.
"El ferrocarril ha jugado un papel importante en la paz de México. Cuando yo llegué a presidente, había únicamente dos líneas pequeñas... Hoy día tenemos más de 19,000 millas de ferrocarriles. El servicio de correos que entonces teníamos era lento y deficiente... Tenemos ahora un sistema eficiente y económico, seguro y rápido a través de todo el país y con más de doscientas oficinas postales. Enviar un telegrama en aquellos tiempos era cosa difícil. Hoy tenemos más de 45,000 millas de líneas telegráficas operando.
"Empezamos castigando el robo con pena de muerte y apresurando la ejecución de los culpables en las horas siguientes de haber sido aprehendidos y condenados. Ordenamos que donde quiera que los cables telegráficos fueran cortados y el jefe del distrito no lograra capturar al criminal, él debería sufrir el castigo; y en el caso de que el corte ocurriera en una plantación, el propietario, por no haber tomarlo medidas preventivas, debería ser colgado en el poste de telégrafo más cercano. No olvide usted que éstas eran órdenes militares.
"Éramos duros. Algunas veces, hasta la crueldad. Pero todo esto era necesario para la vida y el progreso de la nación. Si hubo crueldad, los resultados la han justificado con creces.
"Fue mejor derramar un poco de sangre, para que mucha sangre se salvara. La que se derramó era sangre mala, la que se salvó, buena. La paz era necesaria, aun cuando fuese una paz forzada, para que la nación tuviera tiempo de pensar y actuar. La educación y la industria han llevado adelante la tarea emprendida por el Ejército"

Creelman le preguntó entonces: "Pero, señor Presidente, usted no tiene partido oposicionista en la República. ¿Cómo podrán florecer las instituciones libres cuando no hay oposición que pueda vigilar la mayoría o el partido del gobierno?"
Y Díaz le contestó:
"Es verdad que no hay partido oposicionista. Tengo tantos amigos en la República que mis enemigos no parecen estar muy dispuestos a identificarse con una tan insignificante minoría... No importa lo que al respecto digan mis amigos y partidarios, me retiraré cuando termine el presente periodo y no volveré a gobernar otra vez. Para entonces tendré ya 80 años.
"El país ha confiado en mí, como ya dije, y ha sido generoso conmigo. Mis amigos han alabado mis méritos y pasado por alto mis defectos. Pero pudiera ser que no trataran tan generosamente a mi sucesor y que éste llegara a necesitar mi consejo y mi apoyo; es por esto que deseo estar todavía vivo cuando él asuma el cargo y poder así ayudarlo.

"Doy la bienvenida a cualquier partido oposicionista en la República Mexicana. Si aparece, lo consideraré como una bendición, no como un mal. Y si llegara a hacerse fuerte, no para explotar sino para gobernar, lo sostendré y aconsejaré, y me olvidaré de mí mismo en la victoriosa inauguración de un gobierno completamente democrático en mi país.
"No tengo deseos de continuar en la presidencia, si ya esta nación está lista para una vida de libertad definitiva".

Hasta ese momento las relaciones con los Estados Unidos habían sido cordiales y de mucha cooperación, pero opinó sobre las elecciones en ése país, y se equivocó, porque criticó su política exterior y además se pronunció en apoyo de Teodoro Roosevelt, y el elegido fue William H. Taft:

"No veo realmente una buena razón por la cual el presidente Roosevelt no deba ser reelegido... No hay duda de que es un hombre puro, un hombre fuerte, un patriota que ama a su país y lo comprende. Ese temor de los norteamericanos por un tercer periodo con él al frente del gobierno, me parece a mí completamente injustificado".

Para quien todavía crea que lo que pasa en los Estados Unidos no influye en México, aquí está este episodio. El Presidente Theodore-Roosevelt designó a Taft secretario de Guerra, y en 1908 decidió renunciar a la reelección e impulsarlo como su sucesor. Con el apoyo de Roosevelt la Convención Republicana nominó a Taft como su candidato. Y ganó la presidencia un año después.
Se pensó que pasaría lo mismo en México. Que Díaz iba a abrirle el paso a la presidencia a su vicepresidente Ramón Corral, o uno de sus ministros, a Reyes o a Limantour, pero no fue así: a diferencia de Roosevelt, se aferró al poder.

Tan pronto como el 27 de octubre Díaz intentó corregir lo dicho en su entrevista con Creelman y contener las reacciones. El Diario del Hogar publicó ese día una declaración suya a Victoriano Agüeros, en cuanto a que no era aún oportuno políticamente el tratar de su retiro de la presidencia, pues lo que expresó a Creelman únicamente había sido un deseo personal.

Sin embargo, el sólo hecho de plantearse la posibilidad de que iba a dejar el poder, fortaleció a la corriente Anti-reeleccionista; le dio brío a "los Reyistas", que hasta crearon un Partido, el Democrático, para competir; mientras que los "Científicos" pensando a su vez que al fin su candidato, José Yves Limantour, sería presidente de la República, empezaron a presionar.
Pero Díaz se dedicó a intrigar y a minar a su grupo. Al interior del porfirismo empezó una sorda lucha por el poder alentada por él, y un buen día reunió al vicepresidente Corral, a Limantour y a don Olegario Molina, y les dijo que todos los días recibía correspondencia instándolo a que aceptara una nueva reelección pero que él, antes de resolver nada, quería oír la opinión de sus amigos. También les aseguró que él creía que estaba demasiado avanzado en edad para un nuevo período presidencial pero que estaba resuelto a sacrificarse por el bien del país si sus amigos y la nación necesitaban aún de sus servicios.
Desde luego Limatour dijo que debía continuar y que su reelección se aceptaría sin objeción, siempre y cuando hiciera cambios en su gobierno, empezando por él mismo, que llevaba 15 años como ministro de Hacienda. Molina opinó lo mismo que Limantour, pero agregó que era indispensable darle más vida a la vicepresidencia, acercar a su titular al Ejército y tomarlo más en cuenta para los nombramientos y decisiones, a fin de prepararlo para dado el caso, tomar el poder.
Corral entonces, pidió ser relevado del cargo, y sugirió que podía nombrarse en su lugar a LImantour, a Molina o a otro amigo del presidente; sólo que Díaz contestó que estaba resuelto a no aceptar su reelección si Corral no aceptaba la suya. Insistió éste último en no aceptar una y otra vez, hasta que Díaz, molesto, le dijo que tal parecía que tenía algo contra él, así que tuvo que intervenir Limantour hasta que al final, acabó plegándose.
Después de eso, Limantour, se retiró al extranjero, pretextando enfermedad. Corral también pidió licencia "por motivos de salud", y se fue a París; y Reyes, que logró una gran aceptación popular, acabó renunciando a su candidatura e igual que los otros dos se fue del país y dejó colgados a sus partidarios.
No fue lo mismo en las filas de la oposición. Se creó el "Centro Anti-reeleccionista", con ciudadanos aspirantes a políticos, se formaron clubes en casi todos los estados y por primera vez en décadas hubo una campaña presidencial. Madero fue electo candidato de los anti-reeleccionistas, recorrió la provincia reclutando adeptos, y unos días antes de las elecciones fue encarcelado por el régimen. Díaz se reeligió como si nada pasara, en julio de 1910, y festejó con gran boato el Centenario de la Independencia.
Sólo que con Taft las cosas no iban a ser igual que con Roosevelt. Y Madero no era ni Reyes ni Zúñiga y Miranda.
Díaz había cambiado el país; Díaz había hecho la paz; la paz de los sepulcros o la paz porfiriana; sólo que en los 30 años de pacífico gobierno, habían surgido nuevos hombres, nuevas tendencias, nuevas ambiciones que reclamaban un lugar en el reparto del poder.
Ellos fueron los que hicieron la Revolución Mexicana.
Apoyados por Limantour y dirigidos por Juárez y Morelos, por sus espíritus, pero de eso ya hablaremos después.

1 comentario:

Estefania Villavicencio dijo...

Muy interesante y relevador... ¿Me podría proporcionar las fuentes en las que baso su investigación?