domingo, 2 de enero de 2011

LOS SALDOS DEL PRI Y DEL PAN Y LA GUERRA POR EL 2012


Durante la presentación del libro “Revolución e instituciones”, una oda a los gobiernos priístas, Beatriz Paredes declaró sin falsa modestia que “el PRI del siglo XX hizo el México moderno”. Ya algunos meses atrás otro distinguido priísta, el diputado Francisco Rojas, había publicado el folleto “¿10 Años de Logros?” con el objeto claro de contrastar el “mal trabajo” de los panistas con lo mucho que hicieron los de su partido al frente del gobierno. Y mientras la dirigencia priísta sigue en su labor de convencimiento de que el PRI es mejor que el PAN; igual lo hacen los panistas, pero a la inversa, tratando de convencernos de que no debemos regresarle el poder al PRI.

La campaña anti-priísta la empezó hace unos meses nada menos que Felipe Calderón al confesar, en una entrevista, que el supuesto triunfo del PRI en el 2012 era eso, un supuesto que “todavía está por verse...” Luego, en los festejos del PAN por los 10 años de su arribo a la Presidencia, Calderón volvió al tema y fijó lo que seguramente será el eje del posicionamiento de su partido en 2012: que volver al pasado, es decir, al PRI, sería un retroceso, más aún que sería una “tragedia” porque significa pobreza y corrupción, además de negación o simulación de la libertad y del derecho. Y hasta culpó a los gobiernos priístas, por irresponsabilidad, tolerancia o, en algunos casos, franca complicidad, de que el crimen se convirtiera en una amenaza seria para la paz y la tranquilidad de las familias. “El crimen encontró un campo fértil en lo que era el corazón del viejo sistema”, subrayó.
Para los apresurados, y por supuesto para quienes ya ven al PRI en Palacio Nacional, el balance de este enfrentamiento ha acabado por favorecer a los priístas. Dicen que de la historia ya ni quien se acuerde y hasta festinan una encuesta, publicada hace unos días, según la cual el 45% de los mexicanos no verían como un retroceso sino más bien como un avance el regreso del PRI... Nada más que esa encuesta fue hecha por la misma casa encuestadora que vaticinó “carro completo” para el PRI en las elecciones de este año. O sea que la moneda está en el aire y lo único que tenemos es propaganda de uno y otro lado.
Ahora bien, independientemente de que, efectivamente, los mexicanos estamos tan decepcionados del desempeño de los panistas que podríamos ver como una salvación el regreso del PRI, lo más grave de todo es el clima que se ha venido generando, de unos meses para acá. Clima que más que competencia electoral lo que vaticina es una auténtica guerra en el 2012. Pues el discurso presidencial no se ha reducido a condenar al PRI sino que abarca también a un sector de la izquierda, el que encabeza AMLO, de quien Calderón ha dicho que sigue siendo un peligro para el país. ¿O es que intencionalmente se está atizando la confrontación para pescar en río revuelto lo que no se podría asegurar en aguas tranquilas?
Es una hipótesis. Aunque si es así, creo que es un grave error. Porque la cuidadosa operación que se dio dentro del PAN para ocultar el “dedazo” en la designación de su dirigencia no pudo ocultar, empero, la sorda lucha que se vive en ese instituto y algo más peligroso aún, la falta de liderazgos prometedores que ofrecer con fierro panista, al grado de que ya se están abriendo las puertas para que pueda ser “un ciudadano” su abanderado en el 2012 o incluso alguien prestado de otro partido que permita reeditar la hazaña de Gabino Cue en Oaxaca.
En todo caso, si a Calderón le parece “un buen augurio” tener a un Madero en el PAN “defendiendo” a la democracia en el 2012, habría que recordarle que Francisco I. Madero no fue precisamente el demócrata inmaculado que presentan sus panegiristas, así que bien haría en revisar la historia, las acusaciones de los propios revolucionarios primero, y de los líderes del Partido Católico denunciando el ingerencismo de aquél Madero para torcer el resultado de todas las elecciones llevadas a cabo bajo su gobierno porque, o bien lo que hay es desconocimiento de la historia o peor, empeños premeditados por seguir mintiendo con ella. Y por tanto, muy malos augurios de lo que viene.
A fin de cuentas, nada dice el llevar un apellido ni la herencia de un linaje es la garantía de nada. Basta recordar el papel que jugaron en su momento los herederos de Hidalgo y de Morelos, en contra, precisamente, de la independencia de México, así que lo importante ahora es concentrarnos, todos, en asegurar un entorno de confianza y estabilidad para dirimir la sucesión presidencial que se avecina.
Y no sé si son “sueños guajiros” los de los priístas que dicen que tienen la Presidencia en la bolsa, como tampoco me espanta el retorno de ese partido al poder. Lo que me preocupa es la manera como puede llegar a regresar. Para empezar, sin una seria autocrítica de su historia. Del 2000 para acá todo se ha reducido a “reivindicar” sus grandes logros, que se presentan lo mismo en discursos que en libros y folletos como los mencionados arriba. Pero nunca he escuchado a ningún priísta –salvo Colosio, de quien ya nadie se acuerda- hablando de los fraudes y desviaciones y mucho menos de sus responsabilidades en el retraso democrático del país. El cual, por cierto, todavía cargamos a cuestas.
Y luego está lo que tenemos ahora en el plano de la contienda electoral: un IFE prácticamente secuestrado por los partidos, al grado de que ni siquiera existe acuerdo para suplir a sus consejeros. Un TRIFE que despierta serias dudas por su parcialidad. Y una legislación que señala pero no sanciona lo que en cualquier país del mundo sería un claro motivo de duda acerca de la equidad, imparcialidad y transparencia con que deben hacerse unas elecciones.
¿Y qué decir de los estilos del “nuevo PRI”? ¿De verdad alguien cree en el cuento de que hay una “nueva generación de priístas” con nuevas prácticas y una nueva forma de ejercer el poder? ¿Qué, por el hecho de no tener la Presidencia de la República, los priístas ya se volvieron demócratas? Nada más hay que ver lo que pasa en ese partido dominado ahora por sus gobernadores. Desde los arreglos con que se resolvieron su tres últimas dirigencias, hasta la manera como han escogido a sus candidatos. Salvo el aparato mercadotécnico que los maquilla, los métodos son los mismos que empleaban Adolfo Ruiz Cortines y Gustavo Díaz Ordaz. Díganlo si no Mario López Valdez en Sinaloa y José Rosas Aizpuro en Durango, que nada más les costó perder la gubernatura en el primer caso y casi perderla en el segundo.
Es cierto que no todo el pasado del PRI fue negativo. Que algo que se le debe fue el intento por construir el Estado de Bienestar y que la cima de los gobiernos revolucionarios fue el de Adolfo López Mateos porque en ese sexenio se registraron los mejores índices económicos y sociales de la era llamada post-revolucionaria. Y sin embargo, también es un hecho que esos logros materiales tuvieron lugar a costa de la ausencia de libertades políticas plenas, lo que quedó en evidencia en 1968. Pero después de ahí, simplemente perdieron los hilos, y algo que se olvida en esta competencia de culpas entre priístas y panistas es que de los 80 para acá no ha habido ningún cambio de fondo, hay muy poca diferencia entre la manera como han gobernado unos y otros. Esto es, que el modelo que está haciendo agua lo implantaron los gobiernos del PRI y que, de acuerdo con analistas serios, la crisis no inició en el año 2000. Basta un ejemplo: de 1982 a 2009 las percepciones de los asalariados mexicanos han perdido, en un cálculo aproximado, más del 70% del poder adquisitivo que detentaban a inicios de la década de los 80. Esto significa que para poder restituir el poder de compra de antaño, que además nunca fue ni remotamente satisfactorio, apenas sería posible hacerlo, en la misma proporción al de aquella época, con incrementos salariales que tendrían que colocarse en el orden de un 200%. Algo que, desde luego, ni de lejos contemplan los planes económicos implantados por el panismo.
Y el debate apenas empieza.


Publicado en Unomasuno el 14 de diciembre de 2010.

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