martes, 8 de febrero de 2011

RECUPERANDO LA MEMORIA DEL CARDENISMO: UNA CARTA DEL “TATA”


Facsímil de la carta de Lázaro Cárdenas para aclarar su posición política en 1952.
Imprescindible para políticos y politólogos, el libro de memorias de Cuauhtémoc Cárdenas condensa la visión de quien fuera líder moral del perredismo y añade nuevos elementos que ayudan a entender mejor muchos de los acontecimientos que se vivieron en México en el período 1952-2006. Si bien en algunas partes su contribución a la verdad, y hay que decirlo así, es todavía escasa.


Es el caso de las primeras páginas del libro, la parte dedicada al henriquismo, que sorprendentemente sigue siendo un tema tabú para los cardenistas y evidentemente para el propio Cuauhtémoc, porque cuestiona, supongo, la estatua de Esfinge del ex Presidente y su supuesto abstencionismo político después de dejar la Presidencia en 1940.

El tabú consiste en la militancia del “Tata” en apoyo del candidato de la oposición al PRI en 1952, el general Miguel Henríquez Guzmán. Y dice en su libro el ingeniero Cárdenas que aunque él en lo personal simpatizó con la candidatura de Henríquez sólo fue “un espectador” de aquella campaña y que “más allá de expresar esa simpatía en el seno de la familia y con amigos, nunca participé en ningún acto público para apoyar o promover su candidatura”, dejando además en claro que no lo hizo porque “conocía la postura y decisión de mi padre al concluir su período presidencial de no tener participación alguna en cuestiones electorales, y sabía que cualquier presencia pública de mi parte en un acto de campaña se tomaría como una participación no mía sino de él”. Es decir, que insiste en lo que ya antes escribió en sus memorias su señora madre, doña Amalia: que el “Tata” se mantuvo por completo ajeno a la cuestión electoral en el año 52, y que si bien era amigo de todos los candidatos que contendieron ese año, a “ninguno ofreció su apoyo y con ninguno se comprometió”.

El hecho es que existe el testimonio de varios protagonistas y testigos directos de aquella campaña que recuerdan otra cosa. Marcelino García Barragán, Luís Alamillo Flores, Graciano Sánchez y Francisco J. Múgica, entre otros, afirmaban que ellos se habían acercado a Henríquez por indicación directa del ex Presidente. José Muñoz Cota, quien había sido secretario privado de don Lázaro, me contó cómo una tarde de abril de 1950 platicó con el “Tata”, camino a Ixcateopan, y que ahí lo conminó a sumarse a la candidatura henriquista, cambiándole sus planes de dedicarse a escribir la historia de la Revolución Mexicana. “¿No le parece que para escribir la historia de la Revolución primero hay que hacerla?”, fue la pregunta que Cárdenas le hizo, para ordenarle a continuación que se pusiera a las órdenes de Henríquez: “Usted debe entrar a la política. México está amenazado por Miguel Alemán y hay que acabar con la contrarrevolución. El general Henríquez será Presidente con nuestro apoyo”, le subrayó.

Lo que es más, don Jorge Henríquez, el hermano menor del general, siempre afirmó, hasta su muerte, que Miguel Henríquez había lanzado su candidatura contra el PRI por sugerencia del general Cárdenas. Don Miguel se resistía, le preocupaba sobre todo que, jugar en la oposición, podía significar derramamiento de sangre y según don Jorge la respuesta del “Tata”, firme y tajante, fue: “Aunque haya sangre, yo estaré con usted”. Por cierto que esta versión la publiqué en vida de don Jorge, en 1989, con su autorización.

Por si esto fuera poco, hay que agregar que los hermanos Cárdenas, todos, excepto Dámaso, fueron activistas del henriquismo. José Raymundo, el menor de ellos, hasta fue candidato a senador por el partido de Henríquez; también estuvieron haciendo campaña al lado del general el suegro de Cárdenas don Dámaso y su cuñado Salvador Solórzano, y consta en los periódicos de la época la presencia de doña Amalia y del propio Cuauhtémoc en varios actos públicos del henriquismo, en particular en aquellos donde se repartió regalos y víveres con motivo del día de la madre de 1952.

Pues bien, a pesar de eso, el ingeniero Cárdenas insiste en que su padre no tuvo ninguna intervención en ese año electoral y hasta cita, como sustento de su tesis del abstencionismo político del ex Presidente, una carta de este fechada el 9 de marzo de 1952 publicada en todos los periódicos del día siguiente, excepto en el periódico del gobierno “El Nacional”. Sólo que cita la carta parcialmente, en realidad sólo el final de la misma, y sin explicar su contexto.

Esa carta es importante por varias razones. Primero, porque la redactaron juntos el general Cárdenas y el general Henríquez en la casa de éste último, es decir que fue un texto elaborado de común acuerdo, algo tan público que trascendió hasta la prensa. Y luego, porque fue una carta hecha para desmentir a varios personajes que habían estado declarando que Cárdenas no apoyaba a Henríquez, que por el contrario ya estaba comprometido con el candidato del PRI Ruiz Cortines, que los jefes henriquistas estaban descalificados y nada tenían ya que ver con el cardenismo y que incluso había un rompimiento político entre el “Tata” y el general opositor, declaraciones hechas entre otros por Silvestre Guerrero, Félix Ireta y Gabino Vázquez, ex colaboradores del gobierno cardenista, y ni más ni menos que por Dámaso, el hermano menor del ex Presidente, Gobernador de Michoacán.

Lo que don Jorge Henríquez me platicó, y así lo consignan los diarios de la época (sólo cito uno, “Zócalo” del 11 de marzo de 1952), fue que el general Cárdenas visitó al general Henríquez para explicarle lo que pensaba de esas declaraciones. Le dijo que dudaba que las hubieran hecho quienes se decía, mucho menos que las hubiera hecho su hermano Dámaso, por lo que era evidente que se trataba de una maniobra del gobierno para confundir a la oposición. Y a continuación acordaron el tono de la respuesta del “Tata”, muy cuidada desde luego, pero que constara por escrito. Una copia de esa carta obra en el archivo de Henríquez Guizmán, y la parte que el libro de Cuauhtémoc omite es la siguiente:

“En los periódicos de los días 6, 7, 8 y 9 del presente mes se han publicado declaraciones políticas que dicen ser del C. Gobernador de Michoacán y de otros ciudadanos que participan en la actual campaña electoral, y en las que se menciona mi nombre y se incluyen expresiones denigrantes contra varias personas para las que pretenden los declarantes interpretar en mí sentimientos de enemistad que no existen. Dichas declaraciones deben catalogarse en su fondo político como opiniones muy personales de quienes las dieron”. Y después viene eso, que sí cita Cuauhtémoc, de que “soy amigo personal del señor general Miguel Henríquez, como lo soy del señor licenciado Vicente Lombardo, del señor Adolfo Ruiz Cortines y del señor general Cándido Aguilar”. Sólo que, visto lo anterior, y conocido ya el contexto, esto último resulta lo menos relevante de la carta. En todo caso, si bien el desmentido que hizo el “Tata” no fue muy claro, ahí quedó para la historia: Cárdenas diciendo, bajo su firma, que las declaraciones de todos los que hablaron en su nombre para advertir que no estaba con Henríquez no eran sino opiniones muy personales de ellos. ¿Qué pasó después entonces que los distanció?

Cuauhtémoc Cárdenas da algunos elementos interesantes sobre el desenlace de aquella jornada. Por un lado, habla de las facciones que conformaron el henriquismo, y por otro, de algo más significativo: que llegó a creer que el general Henríquez llamaría a quienes lo habían apoyado “a rechazar el resultado oficial de las elecciones y que por la vía de la fuerza tomaría el poder”.

Seguramente no es reproche, porque finalmente, puesto en trance similar, él tampoco lo hizo en 1988, cuando algunas voces lo empujaban a la violencia… Pero de este asunto ya hablaremos en otra ocasión, pues se acerca otra sucesión presidencial y el papel del cardenismo puede volver a ser, otra vez, determinante. Así que vale la pena analizarlo a la luz de los acontecimientos actuales.

Publicado en Unomasuno el 4 de enero de 2011.

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