jueves, 21 de julio de 2011

EL FINAL ¿EXITOSO? DEL MOVIMIENTO DE SICILIA

"Por desgracia, Javier, esto es puro circo"
En medio de un despliegue inusitado y una extraordinaria “buena prensa” para algo que no se presentaba, al menos de principio, como muy en sintonía con el sentir oficial, todo parece indicar que llegó a su fin el esfuerzo movilizador de Javier Sicilia. El encuentro del pasado jueves en Chapultepec entre activistas civiles y autoridades gubernamentales marcó el epílogo del “Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad” con dos frases que quedan para la historia. Una, de Julián Lebarón, y otra del propio Sicilia.

La del primero, la anotó Lebarón a Sicilia en pleno encuentro, en una tarjeta: “Por desgracia, Javier, esto es puro circo”, decía en ella. Y este fue el comentario que al final de todo hizo el poeta: “Veo algo más grave en el Presidente que el hecho de no aceptar que su estrategia ha fallado y que debe ser cambiada. Dijo algo más terrible todavía: ‘Estoy dispuesto a pagar los costos morales’. Ya no le importa cargar con la culpa y responsabilidad por las 40 mil muertes y las más de 10 mil desapariciones. Creo que es irresponsable que diga eso, porque entonces no oyó… Sigue obstinado y quiere seguir pagando esos costos. Lo lamento por él”.
Vaya, ni siquiera aceptó la invitación que se le hizo para sumarse a la segunda etapa de la caravana que esta vez recorrerá el sureste hasta la frontera de Guatemala. ¡Ni más ni menos que el movimiento en charola de plata!
Lo más lamentable es que la esperanza de muchos, la gran expectativa rectificadora generada inicialmente fue muy hábilmente aprovechada por los responsables mayores de la estrategia cuestionada precisamente para exculparse de su responsabilidad y para justificar que nada cambie. Y, claro, para mostrar a un gobierno condescendiente y muy receptivo: que creará ahora un fideicomiso para levantar un monumento a los caídos, a los 40 mil muertos en este sexenio; que creará también una más de esas comisiones que tanto les gusta a los políticos para no resolver nada, desde luego coordinada por la secretaría de Gobernación; y que mandará al Congreso leyes para asegurar mayor atención a las víctimas de la violencia pero que no está dispuesto a pensar siquiera en cambiar la estrategia, nada de parar la militarización, que para eso no fue la reunión. Y por lo visto tampoco para eso fue “el movimiento”.
No por nada después de las tres horas de discursos y reclamos se dio el lujo de asegurar Felipe Calderón que está dispuesto a rectificar, “sí, pero nada más quiero ver con claridad en qué exactamente” acotó de inmediato. Es decir, que por lo menos para él no hubo nada claro en la reunión.
A pesar de que se habló en ella de las “instituciones podridas”, ninguno de los funcionarios ahí presentes hizo el compromiso de cambiarlas. A pesar de que se aclaró también ahí que el debate no era sobre si se debía actuar o no contra la delincuencia sino simplemente sobre cual era la mejor estrategia, nadie, absolutamente nadie de los destinatarios se sintió aludido. Y a pesar incluso de que se recordó el origen del actual gobierno, la manera como llegaron al poder y los compromisos que para lograrlo hicieron con facciones corrompidas, para nada de eso se tuvo respuesta.
La verdad es que en el encuentro los participantes ciudadanos presentaron algunas ideas concretas para diseñar una política gubernamental distinta a la actual, más eficaz y, sobre todo, más apegada a derecho y menos costosa para los ciudadanos: desmilitarización de las tareas policiales; combate a la corrupción en las instituciones de procuración de justicia y en las corporaciones de la fuerza pública; persecución de los sectores empresariales vinculados al narcotráfico; despenalización de ciertas drogas y acciones efectivas en materia de educación, salud y empleo. Y aún así el discurso oficial sigue siendo que no hay otro camino, que modificar lo que ahora se hace es estar del lado de “los malos”, favorecer a los delincuentes.
Y conste que ya nadie se acordó en la reunión del clamor del Zócalo el 8 de mayo. Nadie dijo nada del “¡Fuera Calderón!” que cimbró ese día, ni siquiera del “¡Fuera García Luna!” en que aquél se trastocó gracias a la habilidad del poeta; y mucho menos, claro, del Pacto Nacional Ciudadano firmado en Ciudad Juárez el 10 de junio, calificado luego por el propio Sicilia de “error” y descalificado en automático por los “líderes de opinión” y por los políticos “sensatos”. Que para eso tampoco era “el movimiento”.
“Secuestraron al pobre Sicilia”, “lo chamaquearon” se apresuraron a justificar entonces la firma del Pacto por el poeta y su posterior desistimiento. Pero, y ahora, ¿no es otro secuestro lo que estamos viendo después de la reunión de Chapultepec?
Efectivamente, apenas se habían firmado hace 15 días los resolutivos del ejercicio democrático en que devino la caravana de Sicilia y trascendieron las demandas contenidas en estos, como una sola voz se alzaron algunos opinadores denunciando “la desviación” del movimiento, reclamando que se lo habían “arrebatado” a Sicilia. ¿Pero y que no se trataba de eso?, ¿de que la ciudadanía se empoderara, que se integrara el clamor de las mayorías dispersas a la convocatoria de un solo hombre, sin partido, sin intereses ocultos, y que nos uniéramos todos en su dolor para generar un movimiento de suma y unificación nacional de todos los que queremos transformar a México? Resulta que no, que precisamente cuando más fuerte aparecía “el movimiento”, cuando había logrado incluir realmente a todos los polos de pensamiento –desde el SME y el EZLN hasta la iglesia y las organizaciones católicas pro-derechos humanos- y suscribir con ellas un pacto plural, integrador, sucedió que Sicilia negó su firma, negó las causas de que se habló en Ciudad Juárez, y sacó su propio pliego petitorio. Obsta decir que ese pliego está muy lejos no sólo de las expectativas sino de las ofertas de enriquecerlo que originalmente esgrimió el poeta. Así que lo que vimos el pasado jueves en Chapultepec no es sino consecuencia de esa inconsecuencia. Y si no, ¿a quien puede servir la insistencia en distribuir las responsabilidades por los muertos, por las violaciones a los derechos humanos, por el terror de pueblos enteros no sólo entre las diversas instancias locales y federales sino entre los partidos y hasta entre nosotros los ciudadanos?
Enmarcado en el entusiasmo levantado por los movimientos de insurgencia cibernética creados desde las redes sociales en varias partes del mundo el movimiento de Sicilia nació con una aureola: la de que implicaba el despertar aquí, por fin, del poder civil. El agrupamiento de “los inconformes” de acá para reclamar por fin a quien se debe reclamar, al gobierno, por el incumplimiento de su papel y de su función. El hecho es que algo pasó entre la convocatoria de Sicilia y la reunión de Chapultepec que lo que se palpa es, por lo menos, contradicción entre el origen y el resultado.
Dirán misa, que fue “histórico”, que “jamás se había visto algo así”, que es ejemplo, “un curso intensivo”, de lo que debe ser el diálogo “constructivo”, ese resultado está a la vista y una conclusión en la que todos coinciden, hasta los más entusiastas, es que ganó la estrategia gubernamental y que Sicilia no fue eficaz para convencer de que el problema del narcotráfico no se resuelve con más armas ni con más soldados en las calles.
Con el nivel más bajo de su popularidad en las encuestas, reflejo claro del clamor nacional adverso, hoy Calderón se alza, empero, como un habilísimo político que supo aprovechar las protestas en su contra y trocarlas en la mejor justificación de sus políticas. Y de sus errores. Sin ofrecer prácticamente nada a cambio.
No podía esperarse menos, y no puede esperarse menos que verlo insistiendo en los próximos días en poner fin al movimiento de Sicilia sumándolo a su estrategia para no cambiar nada.
Está en Sicilia y en los ciudadanos, sobre todo, que esto no pase y que la esperanza de un movimiento civil reivindicativo real se dé finalmente en México.
Mucho nos hace falta. Mucho ayudaría, frente a lo que se ve venir.

Publicado en Unomásuno el 28 de junio de 2011.

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