jueves, 21 de julio de 2011

¿ESTRATEGIA O COMPETENCIA?: EL METODO PARA ELEGIR AL CANDIDATO DE LA IZQUIERDA

Serrano y Gómez negociando la candidatura única en 1927.

Lombardo, Cándido Aguilar y Henríquez negociando el Frente Unido de Izquierda en 1952



Si bien la atención de todos los partidos, y desde luego de la izquierda, está concentrada ahora en sacar adelante las campañas en el Estado de México, la política no se detiene y se mantiene sobre la mesa el tema del método para elegir al candidato presidencial del DIA, es decir del PRD, PT y Convergencia, más el Morena, el movimiento que durante 5 años ha venido forjando AMLO.

El reto, como siempre en estos casos, es que se logre a un acuerdo que todos acepten y reconozcan. A favor cuenta la voluntad manifiesta de las partes para llegar al 2012 con un candidato único. En contra, que hay muchas dudas acerca de ese concepto de que lo será “el mejor posicionado”, toda vez que AMLO lleva varios años en campaña, recorriendo el país, y las encuestas no ayudan en nada para dilucidar si realmente existe competencia real que le dispute la candidatura que ya tuvo en 2006. Lo peor es el papel que en todo esto puede jugar la estrategia de Felipe Calderón para resolver su propia sucesión y que hay un marcado interés por sacar de la contienda a AMLO por parte no sólo de Calderón sino de algunos grupos incluso de la propia izquierda; así que la pregunta es: ¿hasta que punto no se está perdiendo el tiempo y resulta desgastante mantener un proceso interno de competencia cuando, si algo necesita la izquierda, es cuidarse del juego de los otros, no caer en él; es decir, pura estrategia?
Me refiero, concretamente, a que se está planteando una contienda interna entre dos aspirantes –AMLO y Marcelo Ebrard- que tendrán que resolver sin quedar auto-descalificados antes de la contienda constitucional, en un contexto por demás difícil, y las experiencias al respecto no son muy alentadoras. No porque no se pusieran de acuerdo en su momento los precandidatos decíamos en la anterior colaboración, sino por la mano del gobierno.
El primer intento de un acuerdo de declinación o alianza entre precandidatos presidenciales para sumar fuerzas fue en 1927 entre Francisco Serrano y Arnulfo R. Gómez, quienes se oponían nada menos que al reeleccionista Alvaro Obregón, y fracasó por causas ajenas a ellos. Pasó que ante la evidencia de que el aparato gubernamental los iba a avasallar, los dirigentes de los partidos que los postularon se reunieron en septiembre de ese año para tratar de llegar a un acuerdo. Por Gómez asistieron Félix F. Palavicini, Vito Alessio Robles, Calixto Maldonado y Julián Malo Juvera, y por Serrano Carlos Vidal, Carlos Robinson y Federico Sodi. La propuesta era que el candidato que demostrara mayor apoyo popular declinara a favor del otro, y tanto Gómez como Serrano aceptaron la propuesta pero decidieron mantenerla en secreto por unos días para evitar la reacción del gobierno. No lo lograron. El Presidente Calles intentó disuadir a Serrano, pero cuando éste se negó a abandonar la contienda, les tendió una trampa: de acuerdo con Obregón los acusó a él y a Gómez de estar preparando una rebelión, y los mandó fusilar sin juicio de por medio.
Otra experiencia fue en 1952 y ya hemos hablado de ella. Fue con motivo de las elecciones que confrontaron por el lado oficial a Adolfo Ruiz Cortines y por la oposición progresista a Miguel Henríquez Guzmán y Vicente Lombardo Toledano. Para potenciar la fuerza anti-gobiernista se acordó impulsar una alianza entre el partido henriquista, la Federación de Partidos del Pueblo, y el de Lombardo, el Partido Popular, y sumar al Partido Comunista, al de la Revolución, al Constitucionalista y al Obrero y Campesino. Las pláticas redundaron en una plataforma común y en una planilla única de candidatos al Congreso pero cuando estaba por decidirse la candidatura de Henríquez, sin duda el mas fuerte, Lombardo empezó a dar largas, ponía más condiciones, hasta que un buen día Henríquez se presentó en su casa y le dijo que estaba dispuesto a hacer una transacción tan ventajosa para Lombardo que implicaba que éste tuviera el control de su gobierno, sólo que en respuesta, inexplicablemente, Lombardo le contestó que se rompía la alianza. Luego de eso, el PRI proclamó su triunfo en las elecciones y a pesar de que todos los partidos opositores reclamaron el fraude, el primero que reconoció a Ruiz Cortines fue Lombardo. Lo que nadie sabía entonces fue que jugaba de acuerdo con el PRI. Algunos años después sus colaboradores hasta se jactaban por el hecho: “Fue una manera estratégicamente bien planeada… de ayudar a despejarle el camino a Ruiz Cortines", llegó a confesar un insospechado lombardista, Vicente Fuentes Díaz que, obvio, acabó siendo un miembro prominente del PRI (Excélsior, 3 de junio de 1987).
En fin, que otro esfuerzo más fue en 1988. Se reunieron ese año en torno a la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas prácticamente todos los partidos de izquierda, el PARM, el PPS, el PSD, el PFCRN, y formaron el Frente Democratico Nacional. Sólo faltaba el PMS, que ya tenía candidato, Heberto Castillo. Hubo pláticas entre Gilberto Rincón Gallardo, segundo de Heberto, y Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. El gobierno intentó por todos los medios evitar la alianza, disuadir a Castillo, pero éste no cayó y por el contrario, tuvo la generosidad y alteza de miras de declinar un mes antes de las elecciones. Y no solo hizo eso, sino que un año después fue el decidido impulsor para ceder el registro del PMS a lo que hoy es el PRD, sin condición alguna, registro, prerrogativas y patrimonio. Caso, hay que decirlo, pocas veces visto en nuestra historia política.
Una ocasión en que estuvo a discusión la candidatura única de toda la oposición fue en 1999, cuando se sentaron a negociar una coalición el PRD, el PAN, PT, PARM, PAS, PSN y Convergencia. No fueron pocas las pláticas y negociaciones entre los dirigentes de todos los partidos, pero no llegó el acuerdo porque a nadie convencía el método. Se rechazó la consulta y las encuestas, y también una mezcla de las dos. Muchas eran las presiones para que Cárdenas declinara a favor de Fox, quien aparentemente mantenía ventaja sobre Cárdenas. Las encuestas conocidas les daban a Cárdenas entre un 18 y un 10% y a Fox entre 38 y 30% con clarísima ventaja para el candidato del PRI, desde luego. Y recuerdo un relato que escuché de Manuel Camacho. Invitó a comer a los dos precandidatos. “Uno debe ser el Presidente y otro el héroe de la transición”, les propuso. Pero ninguno cedió. "No declinaré mi candidatura porque el PAN y Vicente Fox son lo mismo que el PRI y Francisco Labastida, y ellos no declinarían por mí", argumentaría Cárdenas poco después. Y el triunfo fue para Fox. ¿Quién tuvo razón? ¿Cárdenas o el ganador de aquella elección? Yo creo que los resultados están a la vista y, en todo caso, el que perdió más fue el país por una sencilla razón: porque el hijo del “Tata” estaba en lo justo al decir que PRI y PAN son lo mismo.
Por eso es que hoy, cuando la izquierda está ante una oportunidad inmejorable de ser la verdadera fuerza en disputa con el PRI por la presidencia en el 2012, conviene recordar esa experiencia.
Marcelo Ebrard ha dicho y reiterado que está en condiciones de disputarle la candidatura a AMLO, y sin embargo hay lecciones que es preciso valorar. Una de ellas, precisamente, la de Cárdenas vs. Fox en 1999.
El PAN nada tiene que hacer en la elección de dentro de un año. Esto es algo que hasta el propio Calderón lo sabe. A menos, claro, de que la izquierda se equivoque. O se induzca que se equivoque.
Y la palabra la tienen las dirigencias de los tres partidos del DIA -PRD-PT-Convergencia-. Y, claro, de manera determinante AMLO y Marcelo Ebrard.

Publicado en Unomásuno el 14 de junio de 2011.

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