jueves, 21 de julio de 2011

LA LECCION DE LA ELECCION PARA LA IZQUIERDA: UNIDAD Y MAS UNIDAD

Encinas logró unir a las izquierdas
La nota hoy es: “arrasó” el PRI, “noqueó” a la oposición. A Enrique Peña Nieto “no hay quien lo pare” en su carrera a la presidencia, es “un acorazado”.

Y las “conclusiones”: que PAN y PRD sin alianzas “no pueden”. Que la izquierda “equivocó” la estrategia. Que “la culpa es de AMLO” por “haber impuesto” a “su” candidato, por “mantener en rehén” a la “izquierda moderada” y por haberse opuesto a las alianzas, así que ha llegado la hora de “ponerlo en su lugar” pues si la izquierda quiere ganar en 2012 –y hasta las cuentas hacen- repetir con AMLO es un “ir a la derrota segura”. La “mejor opción” es Marcelo Ebrard, y reabrir la posibilidad de “algún tipo de acuerdo” con el PAN.
¡Ya hasta andan diciendo, haciendo el símil entre ambos precandidatos, que la izquierda “tiene que decidir entre Chávez y Lula”!
Sí, otra vez el lenguaje divisionista. Regresa el lenguaje polarizador. Sólo que esa es la lectura de ellos, de los adversarios. De los que armaron o secundaron la “guerra sucia” en el 2006. De los que satanizaron el movimiento de defensa del petróleo. De los que alaban la guerra anti-narco y hoy festinan la recuperación del PRI como “una muestra de democracia” y ya hablan de su “inevitable” triunfo en el 2012.
Es decir, que la lectura de la izquierda no puede ser esa, debe ser otra. Para empezar, nada de reproches ni ajustes de cuentas como bien lo señaló Jesús Zambrano, dirigente del PRD, que la decisión de ir sin el PAN en el Estado de México no fue decisión de una sola persona.
Es decir, que es totalmente fuera de lugar hacer de los resultados del 3 de julio un pretexto para cobrar facturas. El hecho es que la izquierda, toda, se unió en torno a Alejandro Encinas y ahora nadie puede venir a reclamar “lo dije” porque entonces jugaba doble, con máscara, no le estaba apostando a la unidad sino a lo que pasó, a la derrota, y a sus propios intereses. Y eso se llama deslealtad.
La idea de que la izquierda debía pelear unida con un candidato insospechadamente de izquierda contra el PRI pero también contra el PAN, fue de todos. Así lo dijeron claramente en su momento tanto quienes se llaman “moderados” como quienes son calificados de “radicales”. Y hay que subrayar en ese sentido que el acto de Ecatepec no fue mera escenografía. Así que más que volverse a dividir por lo que pasó en el Edomex -que además era previsible dado el aparato que se enfrentaba- la izquierda debe ponerse a trabajar para tener un candidato presidencial fuerte y competitivo, que obedezca a las expectativas populares y garantice la defensa de un proyecto ideológico coherente, es decir, sin el PAN y claramente contra el PRI.
Contrario a lo que dicen los analistas las posturas dentro de la izquierda son más coincidentes que divergentes. ¿O es que puede ser más claro el diagnóstico que comparten AMLO y Manuel Camacho sobre las elecciones del domingo? López Obrador ha dicho que confirman que “es prácticamente inexistente la democracia, porque no se trató de comicios limpios y libres… y así gana hasta una vaca”. Y Camacho afirmó: “Si hubiera libertad habríamos ganado”. Ese pues, es el tema: la falta de condiciones para la democracia.
Porque hay otros elementos para el análisis que no podemos dejar de ver. Y hay que tener mucho cuidado con las lecturas equivocadas.
La explicación de la “debacle” para la izquierda y del “atronador” éxito” del PRI podría no ser tan simple. Y mucho menos tan rosa como la pintan los “opinadores”. Ya lo decíamos la semana anterior, que asumiendo incluso que los procesos electorales vividos en los estados de Coahuila, Nayarit, Hidalgo y el Estado de México pudieran evidenciar las grandes posibilidades que tiene el PRI de recuperar la presidencia nadie puede negar que también demuestran lo que los priístas son capaces de hacer para lograrlo, y lo poco que han cambiado en sus vicios y viejas prácticas. ¿O es que alguien puede concluir honestamente que en esos cuatro estados hubo verdadera competencia –condición indispensable de la democracia- y que existió igualdad entre los contendientes? No. Tan simple como que a las cuatro elecciones fue el PRI en mayor o menor medida con las cartas marcadas, siempre con clara ventaja.
Y lo peor es que estos actos no se reducen a los priístas. Lo vimos en las elecciones de hace un año y también lo hemos visto ahora. Las mañas y las trampas no son privativas del PRI. Lo más triste de nuestra realidad política es que el PAN en el gobierno no ha movido un dedo para cambiar las cosas y no solamente ha adoptado las viejas prácticas sino que las ha sofisticado a tal punto que hoy es común la utilización del aparato judicial del Estado para presionar a los adversarios y la difusión mediática de grabaciones ilegalmente obtenidas en contra de quienes no resultan “convenientes”.
El verdadero debate entonces, no es el que nos quieren meter: sobre las “culpas” en la izquierda y tampoco sobre si se perdió por no ir en alianza con el PAN. El debate debe ser sobre el marco legal que permite tanta porquería y tantas inequidades y sobre cómo, en un escenario como el que se tuvo no sólo en el Edomex sino en Coahuila y en Nayarit podría haber ganado no digamos la izquierda, cualquier partido diferente a los que tienen el poder…
Mesura entonces, es lo que necesita la izquierda. Y no caer en la trampa de los adversarios. En su juego. Y menos en su estrategia.
Dirán: es que un porcentaje “tan alto de diferencia” como el que se tuvo en el Edomex no se explica con esas “minucias” Y se equivocan. Precisamente ese porcentaje es la prueba mayor del tamaño de ficción democrática que vivimos. Y esa realidad no puede prevalecer en la elección del año que viene. En todo caso, el dato de fondo es el grado de insatisfacción ciudadana, pues al tenerse allá un abstencionismo de 57.3% (uno de los más altos del país) el porcentaje de votantes fue de apenas 42.7%, lo que reduce el voto por Eruviel Avila (el festinado 62% de ese porcentaje) a apenas un 28.5%, o sea nada.
Eso es lo importante y en eso es en lo que conviene trabajar: en asegurar la transparencia y confiabilidad de las elecciones presidenciales del 2012 (¿cómo cuidarlas?) y antes de eso en el proceso de selección del candidato presidencial de la izquierda evitando, sobre todo, que éste no sea rehén de la estrategia de “guerra sucia” que hoy arremete con nuevos bríos ni de la apuesta de algunos panistas, apuesta con la cual piensan salvarse de la debacle, reviviendo la alianza PAN-PRD.
Hay dos proyectos en pugna efectivamente. Pero no son el de la alianza de la izquierda con el PAN vs. el del PRI sino el de la izquierda y las fuerzas progresistas vs. el que por más de 25 años han compartido el PAN-PRI.
Por eso el camino para la izquierda no puede ser acercarse al PAN, confundir “madurez” o “moderación” con justificar las políticas del gobierno, porque el riesgo no es sólo volver a las políticas del PRI sino reposicionar al PAN abonándole al juego que se juega desde Los Pinos. Las alianzas del PAN con la izquierda, hay que decirlo claramente, son el tema del panismo que no tiene candidato, pero no de la izquierda que tiene grandes posibilidades siempre y cuando no confunda sus prioridades.
Y lo deseable, en lo que se refiera al método para elegir al candidato, es que no exponga debilidades sino antes bien potencie fortalezas, sobre todo por lo que toca al debate que se plantea entre AMLO y Marcelo Ebrard. Porque si ese debate va a girar en torno a quien es capaz de negociar con la derecha y quien no, o quien si acepta privatizar y quien no, es decir sobre quien encarna a Lula y quien a Hugo Chávez, entonces nos vamos a equivocar.
Alguien que mucho puede ayudar en este camino es, sin duda, Alejandro Encinas. Ojalá se sepa aprovechar su enorme capital político, su capacidad de conciliación de sobra manifiesta en estos meses y su innegable ascendiente entre toda la izquierda, para que abone más a la unidad que se necesita.
Pues unidad, unidad y más unidad es la auténtica lección que se desprende de la elección del domingo 3 para la izquierda.

Publicado en Unomásuno el 12 de julio de 2011.

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