lunes, 6 de septiembre de 2010

LA TRANSICION PASMADA Y LA REFORMA PENDIENTE


Muy lejos ya de aquella postura “realista” cuando hablaba conformarnos con las “reformas posibles”, anticlimático frente a su propio partido, el senador Manlio Fabio Beltrones acaba de hacer una declaración interesante. Ante la posibilidad de que el PRI recupere la presidencia de la República, el coordinador de la bancada de ese partido en el Senado dijo que el tricolor debe cuestionarse antes para qué quiere ganar: “¿Para hacer las cosas igual que como las hicimos... o para hacerlas como las han hecho estos (los panistas), Dios nos libre, o diferentes que tanto”.
De acuerdo con Beltrones, el PRI buscaría ganar bajo el argumento de que él sí sabe gobernar, “cosa que yo pongo en duda en algunos lugares –aseveró-, ¿eso es todo lo que logran poner sobre la mesa?, yo creo que hay que iniciar ese debate, y ese debate exige al Congreso que se ponga a trabajar hasta el último día, para el cual fue electo”.
La verdad es que hace mucho que ningún priísta hablaba de este modo. Hace por lo menos 10 años que el priísmo dirigente se olvidó de replantearse las razones de su lucha política y por eso resulta interesante lo dicho por Beltrones, que sabe que para responder esa pregunta que él se hace no basta con la buena voluntad de sus correligionarios, ni siquiera con un proceso serio y honesto, de revisión autocrítica, al interior del PRI, sino que además se hace indispensable dinamizar el trabajo legislativo para “blindar a México de un 2012 en el cual el problema político se lo puede comer”. Porque lo malo no es que regrese el PRI al poder. Lo malo, lo peligroso es el contexto en el cual se dé su regreso. Y para sustentar lo que digo basta recordar los escenarios en los cuales se ha venido dando la permanencia del PRI en algunos estados adonde lleva ya 80 años en el poder. O la estrategia que le ha permitido recuperar varias gubernaturas perdidas: no mediante el voto limpio y la competencia honesta de ideas y propuestas como dice su propaganda, sino revitalizando su vieja maquinaria manipuladora de votos, usando engañosamente la mercadotecnia, aprovechando los recursos gubernamentales para comprar conciencias y adhesiones, reeditando las elecciones de Estado que tan caro le han costado ya a este país.
Basta echar un vistazo a lo que ahora mismo se está viviendo. La denuncia, por ejemplo, que acaba de presentar el presidente del PAN, César Nava, del sabotaje sufrido por las alianzas opositoras en varios estados, por parte de los gobiernos priístas. Otra denuncia, esta hecha por los integrantes de la Coalición Unidos por la Paz y el Progreso de Oaxaca (PAN, PRD, PT y PC) referida a la arbitraria detención que elementos de Tránsito de ese estado hicieron de unos 50 autobuses que transportaban personas que se dirigían a la capital para participar en el inicio de campaña de su candidato a gobernador Gabino Cué. Y más denuncias de ese tipo: bloqueo de eventos, destrucción de propaganda, entrega de apoyos ilegales, atentados contra seguidores y simpatizantes, líderes partidistas y hasta parientes de los candidatos, como es el caso del hijo del abanderado de la coalición opositora en Sinaloa, Mario López Valdez.Igual que hace 80 años cuando nació el PRI. O peor aún, igual que hace 100 años cuando inició la revolución en la que por años se legitimó. Es decir, un retroceso.
Sólo para medir el tamaño de este retroceso hay que releer la carta que le mandó Francisco I. Madero a Porfirio Díaz el 26 de mayo de 1910: “He llevado a cabo algunas giras –le exponía en ella- con el objeto de explorar la opinión pública y explicar a mis conciudadanos mi programa de gobierno. Por lo que a mí se refiere, estoy satisfecho, pues en todas partes se me han respetado mis derechos políticos. Pero no pasa lo mismo con los numerosos partidarios de mi candidatura… A diario recibo quejas de los atropellos cometidos por las autoridades locales. En Coahuila se han impedido arbitrariamente toda clase de manifestaciones en honor nuestro y también se han puesto trabas ilegales para hacer propaganda de mi candidatura en Nuevo León, Aguascalientes y San Luis Potosí… En el estado de Sonora la situación es mucho más grave. un periodista independiente, el señor César del Vando, fue reducido a prisión... En Cananea, más de 30 ciudadanos están presos por sus ideas políticas… Y lo mismo pasa en Puebla y Tlaxcala, en donde la excitación es intensa”.
Pues bien, por eso, entre otras cosas, se hizo la revolución. Lo curioso del caso es que menos de dos años después casi idéntica reclamación a Madero le hicieron los católicos y vazquezgomistas. Y el 18 de abril de 1939, bajo el gobierno “revolucionario” nada menos que de Lázaro Cárdenas, su ministro Francisco J. Múgica, en campaña también por la presidencia, le escribió esta carta, y entre otras cosas Múgica le decía al entonces presidente: “En mi viaje a Tierra Caliente de Guerrero, como usted recordará, hubo necesidad de ocurrir ante su autoridad para que las autoridades municipales me permitieran actuar públicamente en mi gira de propaganda iniciada en Iguala. La misma actitud de las autoridades de Iguala encontré en Teloloapan, en Arcelia, en Coyuca, en Pungarabato y en otros municipios. Naturalmente que la forma de conducirse de las autoridades no fue extrema en ninguna parte ni trataron de impedir por la fuerza mi acción doctrinaria, pero sí amenazaron e intimidaron descaradamente a la gente ignorante y pobre y en algún pueblo lograron disolver el grupo. Lo peor del caso es que el abuso de las autoridades municipales se respalda siempre en órdenes dadas por las mismas a los destacamentos militares (…) que tienen necesidad de obedecer sin reservas a los dictados que proceden del gobierno local y a la recomendación de los diputados y demás personas de influencia que sojuzgan en estos momentos las entidades de la República. La forma de actuar es variada: amenazas a los campesinos de quitarles su parcelas; supresión de las dotaciones agrarias; alza de contribuciones y hostilidad fiscal para quienes no son campesinos ni ejidatarios ni obreros; acción punitiva contra campesinos y obreros y aún contra particulares de bajos recursos, imputándoles faltas a la policía y sancionándolos siempre con fuertes multas que ante la imposibilidad de que las paguen los afectados se las condonan a cambio de manifestar adhesión a la candidatura oficial, etc., etc…“
13 años después, bajo el gobierno priísta de Miguel Alemán en 1952 la situación no había mejorado. Una y otra vez el candidato de la coalición opositora de aquél tiempo, el general Miguel Henríquez Guzmán, denunció los desmanes y abusos de los “virreyes” estatales: cierre de carreteras, obstrucción del paso a convoyes de simpatizantes, compra de votos, propaganda “negra”. Pero tampoco nada cambió después de aquellas elecciones. Antes bien llegó un momento, 1976, en que ya ni siquiera hubo contienda ni de apariencia, y el nombre del candidato del PRI fue el único que apareció en las boletas electorales. Y ni qué decir de 1988.
En fin, que no se trata de hacer un recuento aquí de la triste tradición antidemocrática que ha marcado siempre, desde nuestro nacimiento como nación, la historia electoral del país. De lo que sí se trata es de hacer conciencia de que el día que produzcamos leyes que en verdad garanticen la limpieza y transparencia de nuestras elecciones, que las autoridades gubernamentales no van a meter las manos en las campañas y que los encargados de contar los votos serán gente confiable, recién ese día no solamente habrá concluido la transición que reiteradamente han frenado los priístas sino que se operará el verdadero gran cambio que necesitamos para empezar a avanzar.
Esa es la reforma política que necesitamos, la que debió haberse dado con la alternancia en el 2000 pero que se nos ha saboteado al punto en que hoy estamos viendo lo que estamos viendo: el virtual regreso de un PRI, como bien dice el senador Beltrones, que no tiene más que ofrecer que el regreso al pasado, es decir a lo mismo que deberíamos haber superado y que puede poner en riesgo la confiabilidad de las elecciones del 2012.

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