sábado, 29 de octubre de 2011

LAS PUNTADAS DE CORDERO Y EL SUEÑO DE SER PRESIDENTE

Cuentan las crónicas que hace unos días, en una reunión con diputados panistas en Morelia, el “neo-tapado” del calderonismo, todavía en funciones de secretario de Hacienda, resumió en estas palabras la situación del país: “Que ¡todo está a toda madre!”. Ponderaba de ese modo los avances económicos alcanzados según él durante los dos regímenes panistas, de los cuales, de llegar a ser Presidente como sueña, él pretende ser continuador.

La cuestión es que alguien que dice una cosa así en un país como México o es un inconsciente o peor, un demagogo. Porque con ese tipo de discurso -muy parecido por cierto al que proclamaban los “científicos” porfirianos poco antes de las elecciones de 1910-, lo único que queda en evidencia es el divorcio que existe no solamente entre la realidad y los funcionarios del gobierno sino entre estos y la mayoría de la sociedad.
Lo que pasa, dice el señor Cordero, es que estamos muy bien pero la gente no se da cuenta, la percepción de los mexicanos “es peor” y –así lo dijo textualmente- somos más exigentes de lo que las cifras muestran.
No es por cierto la primera vez que tiene este tipo de puntadas, según esto aconsejado por los mercadólogos como estrategia para posicionarse. Empezando con su revelación de que con 6 mil pesos de salario una familia vive muy bien, que le alcanza para coche y hasta para pagar escuela privada; y siguiendo con su casi slogan de que en términos de justicia social “estamos mejor que hace 10 años” el “neo-tapado” presume su cinismo.
Yo no sé si efectivamente este señor haga ese tipo de declaraciones para llamar la atención, lo que sí es que su talento en todo caso no da más que para eso puesto que se ha visto ya que le queda muy grande el asiento que ocuparon personajes como Antonio Ortiz Mena y Eduardo Suárez, por mencionar sólo a dos de los más notables secretarios de Hacienda que ha tenido este país.
Y me refiero a lo que la realidad arroja: los resultados del Censo de Población y Vivienda 2010, por ejemplo, no dejan lugar a dudas: el gobierno de Calderón, y en general los gobiernos del PAN, han sido un verdadero fracaso en lo que a lo social se refiere. Es falso que hayan generado mayor equidad, y en cambio han resultado un tremendo fiasco para el país; lo cual, conviene aclararlo, no significa que sus antecesores priístas hayan sido mejores. Pero el tema hoy es el PAN y las supuestas bondades que le sirven al señor Cordero de plataforma para hacer realidad su sueño de ser Presidente.
Hablemos de educación: los resultados de las administraciones panistas son desastrosos de acuerdo con los resultados del propio Censo que en el año 2000 mostraban que el grado promedio de escolaridad era de 7.5 años cursados; que en los resultados del Conteo de Población y Vivienda de 2005 mostraban un magro avance de 0.6 grados, pero que ahora, considerando el periodo 2005-2010, manifiestan un “espectacular” crecimiento de otro 0.5 grados de escolaridad, para llegar al “impresionante” promedio de 8.6 grados, dato que no impresiona en realidad a nadie puesto que implica que en promedio los mexicanos no hemos concluido ni la secundaria.
Y en materia de salud las cosas no van mejor, a pesar de la proclama presidencial que decretó que José Angel Córdova había sido durante su desempeño “el mejor secretario de Salud que ha tenido México”: además de la desarticulación y fractura de un sistema nacional de salud que ofrece servicios de distinta calidad, en función de la institución que presta los servicios, incrementando con ello la desigualdad siempre en contra de los más pobres, los magros avances conseguidos son evidentes.
La meta sexenal era llegar a un 100% en cobertura del llamado Seguro Popular, y sin embargo, los datos del Censo muestran que aún con la propaganda oficial, únicamente el 64.8% de los mexicanos cuenta con lo que oficialmente es denominado como “derechohabiencia”, es decir, solo dos terceras partes de la población, lo que en números absolutos implica que están sin cobertura cerca de 40 millones de personas, una magnitud casi similar a la población total, sumadas, del DF, Estado de México, Morelos, Tlaxcala, Aguascalientes, Guanajuato Puebla, Querétaro, Hidalgo y Colima.
Y ya hablando de cuestiones económicas, ¿cuáles son concretamente las cartas credenciales con las cuales se presenta y nos quieren vender al “neo-tapado” del calderonismo? Bueno, para no ir más lejos, está el Indice de Libertad Económica. Según este documento presentado recientemente por el Instituto Fraser, México retrocedió en los últimos 5 años en la capacidad para hacer que la economía fluya, al pasar del lugar 58 que ocupaba en 2006 al 75 este año. Pero lo peor no es eso sino que su conclusión es que el crecimiento de México durante los últimos 30 años ha sido mediocre, muy por debajo de sus posibilidades e insuficiente para aumentar los niveles de bienestar de los mexicanos. “México –sostiene el documento- ha crecido a una tasa promedio de 2.6% entre 1980 y 2012, mientras que otras economías que se consideraban menos desarrolladas lo han hecho a tasas promedio mayores a 6%”. Es decir, que no hay diferencia entre los últimos gobiernos del PRI y los dos del PAN y, contra lo que dice el señor Cordero, no hay ninguna mejoría en los últimos 10 años con respecto a los anteriores.
Como puede verse por estos y otros datos los avances han sido raquíticos, lo que en cualquier país democrático llevaría, como consecuencia lógica, a una crisis del gobierno, por descrédito; pero aquí tal parece que es razón suficiente para que algunos se sientan presidenciables y además, con posibilidades reales de ganar.
Lo más curioso es que apenas antier Felipe Calderón reprochó a su partido y a sus militantes su alejamiento de la ética en el ejercicio de la política.
En un país adonde la asociación de la moral con la política se ha prestado a hipocresía y a la doble moral, o adonde simplemente es vista como algo iluso o hasta “impolítico”, esta declaración sorprende, sobre todo por el contexto en el que se da.
Recordamos a Gonzalo N. Santos respondiendo que “la moral es un árbol que da moras” cada vez que le cuestionaban sus métodos; pero también a los gobernadores panistas, persignándose con una mano frente a los vicios y los errores del PRI, y con la otra dando concesiones a amigos y parientes para hacer negocios a costa del gobierno.
A los panistas les gusta mucho hablar de moral, pero también de populismo. A todo aquél que quieren descalificar lo califican de “populista”. Y sin embargo, se les olvida, o más bien quisieran que olvidáramos, que uno de los rasgos distintivos del populismo real es que se desarrolla por las facciones inmovilistas básicamente para obtener legitimidad de los sectores populares y preservar las cosas como están; en síntesis, para evitar cambiar. Es, pues, la fachada de una estrategia política estrechamente articulada a la económica para favorecer el control de un grupo poderoso. Una especie de movilización política a fin de desmovilizar a los sectores de clase que pueden formular demandas y hacer cambios.
En pocas palabras, el populismo activa y al mismo tiempo incorpora, subordina y coopta al aparato estatal sectores de clase estratégicos, haciendo más controlables sus demandas y encausándolas en un proceso de desradicalización que no es otra cosa que la deshabilitación de toda posibilidad de cambio. Exactamente lo que ha hecho el PAN en el México de la alternancia, del 2000 para acá.
Dicen que no tiene que ver donde se estudia. Sin embargo, y lejos de satanizar la educación privada y mucho menos generalizar, ya estamos viendo que no es lo mismo ser alumno de Jesús Silva Herzog (padre) o de Narciso Bassols que de Javier Beristáin o Pedro Aspe. ¡Claro que hay diferencia!


Publicado en Unomasuno el 27 de septiembre de 2011.

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