miércoles, 11 de abril de 2012

EL LOBO! EL LOBO! O LA ESTRATEGIA DEL PETATE DEL MUERTO



Buen espectáculo sin duda. La apuesta al bono de género pero, más que eso, la apuesta, siempre rentable, a la unidad… y una evidencia más de hasta donde las cosas no han cambiado nada en este país. Por más que en el discurso de se diga lo contrario.


Porque ni siquiera hubo nada novedoso en eso del “Plan B”. Alguien dirá, seguramente con afán de propaganda, que “al menos” ahora no se impone a los “delfines” a toda costa. Pero la verdad es que pocas veces esto ha sido un hecho.
Se sabe, por ejemplo, que el candidato original de Miguel Alemán para sucederlo no era Adolfo Ruiz Cortines, era él mismo. Buscó afanosamente reelegirse y, ante la imposibilidad de hacerlo, como segunda opción impulsó a su pariente, Fernando Casas Alemán, alguien que le garantizara la continuidad de su grupo y sencillamente fracasó. Lo que pasó es que, exactamente igual que ahora, “las fuerzas vivas” -como se le llamaba en esos tiempos a la opinión pública- no respondieron como se esperaba y al constatar la poca popularidad de su elegido, Alemán optó por sacrificarlo. Igual se cuenta de Luis Echeverría con respecto a Mario Moya y de José López Portillo con respecto a Javier García Paniagua. Y desde luego de Carlos Salinas con respecto a Manuel Camacho, a quien proyectó no una sino hasta dos veces, pero acabó cediendo; primero cuando decidió que el ungido fuera Luis Donaldo Colosio y luego cuando le dio la Comisión para la Paz en Chiapas y ante la imposibilidad de sustituir al sonorense, porque lo asesinaron, acabó optando por Ernesto Zedillo. Lázaro Cárdenas mismo dijo alguna vez, respondiendo al cuestionamiento de porqué no le heredó el poder a su hombre más cercano, a Francisco J. Múgica, que “porque había problemas de carácter internacional que lo impedían“. Y en otra ocasión dijo que porque “las circunstancias del país no le fueron propicias”. El argumento pues, que después de él igual utilizaron varios de presidentes priístas para negar el “dedazo”… y el mismo al que siempre han recurrido los que niegan la tradición autoritaria del PRI. Mera pantalla para encubrir maniobras truculentas y vaya usted a saber qué cálculos.
A fin de cuentas nada nuevo bajo el sol. Política pura, y de la de antes. De la mejor escuela priísta. Del PRI duro, del de las apariencias democráticas y las escenografías arregladas, sólo que revivida en el partido que hasta hace poco se jactaba de representar todo lo contrario, el PAN. Sí, porque ahora más que nunca resulta una verdad de a kilo lo que dijera Gustavo Madero la noche del domingo, que su partido entra por la puerta grande a la historia… de las elecciones internas fraudulentas y amañadas. Una película que no por muy vista deja de ser patética, y lamentable. Usar los recursos de los gobiernos estatales, de los programas oficiales, la coacción del poder para hacer ganar una precandidatura, exactamente como querrá usarse mañana toda la fuerza del gobierno para hacer ganar a la compañera de partido.
Basta enumerar unos cuantos “incidentes” que marcaron la “ejemplar” elección interna de los panistas: para empezar, “filtraciones” de audios de espionaje con la intención de dañar a los dos principales aspirantes; intentos de compra y coacción de votos tanto por parte los partidarios de Josefina Vázquez como de los de Ernesto Cordero; y el día de los comicios varias irregularidades perfectamente documentadas, casi todas señalando acarreos y repartos de despensas bien a favor de Cordero, bien a favor de Vázquez Mota. El incidente más grave fue sin duda la irrupción de un grupo armado en Zozocolco, Veracruz, que robó las urnas e impidió la votación. Pero hubo además una balacera en el municipio de Ahuatlán, en Puebla, y los presuntos agresores se identificaron como simpatizantes de Cordero; y por si esto fuera poco, en varios municipios de Guerrero se registraron acarreos, urnas embarazadas, rasurado de padrones, retención de votantes y la intervención de delegados federales a favor de la señora Vázquez Mota; mientras que en Puebla y Nuevo León se dio el mismo fenómeno, sólo que a favor de Cordero. ¡Nada que envidiarle a Gonzalo N. Santos y a Rodolfo Sánchez Taboada!
Sí, porque se nota que aprendieron, y lamentablemente mejor de lo que podría esperarse. De nada sirve que invoquen en el discurso a Gómez Morín y a los panistas fundadores. El PAN de hoy es en realidad la nueva versión del viejo PRI. Y la proclamación de Josefina Vázquez es la mejor constancia de ello: a lo más que puede aspirar es a representar, parafraseándola, una moderna versión del autoritarismo y lo menos peor, si así se puede decir, de la práctica antidemocrática que por muchos años ha prevalecido en el país.
Aunque lo más grave fue el mensaje que casi imperceptiblemente deslizó la recién ungida: su mención a que “aquí acaba la contienda interna y empieza la lucha contra el verdadero adversario de México, que es Peña Nieto y su partido”. Así de claro, el “verdadero adversario de México”, no de ella, no de su partido. Del país. La mano, otra vez, del tristemente célebre Antonio Solá, y sólo una pálida advertencia de lo que seguramente viene.
Mal augurio. Es que hay una inclinación en el panismo, igual que la hubo en el viejo priísmo, a alarmar y espantar, a satanizar al “enemigo” e inventar “peligros” como arma de hacer presión y orientar el voto. En su momento ese fue el recurso con el que se descalificó en 1929 a José Vasconcelos (la propaganda oficialista lo pintaba como un vulgar “porro” y provocador), e igual fue en el caso de Juan Andreu Almazán en 1940 y Miguel Henríquez Guzmán en 1952. La razón de lo que se llamó en un tiempo “el fraude patriótico”: esto es, que se valía lo que fuera con tal de cerrarle el paso a todo aquél que pusiera en riesgo la continuidad del partido gobernante.
Lo malo es que, con el correr del tiempo, el panismo -que incluso en algún momento también las padeció- no ha sido ajeno a este tipo de prácticas. De hecho, conforme se ha ido avanzando en la alternancia se ha venido ahondando cada vez más la brecha entre ésta y la democracia, al grado de que pocas son hoy las elecciones exentas de ilegalidades y de cuestionamientos. “Competencia de cochinadas” se les llegó a llamar en el 2010, y lo que acabamos de ver, insisto, no se queda atrás.
El hecho es que el panismo resucita una vez más la estrategia de los priístas viejos, trabaja ya para repetir el escenario de disputa de los conservadores contra los liberales, de los anti-revolucionarios contra los revolucionarios, y nos vuelve a hablar de las elecciones como si fueran guerras civiles. Un discurso no sólo engañoso sino muy riesgoso en cuanto empuja a la polarización social, a la división nacional, y cuyos costos ya vimos y sufrimos, para no ir más lejos, en los últimos 6 años.
Sólo que lo que pasó en la elección del 2006 no puede volver a suceder. No podemos darnos el lujo de que se repita.
Soy de los que creen en el debate, de los que piensan que la idea de contrastar las ideas y las propuestas es no sólo necesaria sino sana e indispensable en toda contienda democrática. El problema es cuando se cambia esa estrategia de debate por la de la franca descalificación del oponente, cuando se sustituye la lucha ideológica por una campaña de denostación y descalificaciones personales. Y peor que eso cuando, a falta de argumentos, se sale con la amenaza del lobo, con el petate del muerto de que “ahí viene y nos va a comer”. Porque eso sí, ya no tiene ninguna seriedad y mucho menos sentido. ¿Quién puede resultar ganador de todo esto?
Hay ser optimistas. Quiero pensar que los mexicanos hemos aprendido. Hace 6 años muchos fueron los que votaron seducidos por este tipo de propaganda, pero hoy los hechos muestran, clara y contundentemente, que esa no fue seguramente la mejor elección. Y no lo digo yo. Basta ver la intención del voto que tienen ahora mismo los panistas, muy lejana sin duda, de la de hace 6 años.
Lo importante es, en todo caso, que esta vez no sean las campañas negras las que prevalezcan y, sobre todo, que no sea la mapachería y las viejas trampas para torcer el voto la manera como se hagan y se ganen unas elecciones.
No hay peor enemigo de México, no lo hubo ni lo hay en este momento, que ese tipo de propaganda y ese tipo de elecciones. Ojalá las rechacemos a ambas de una vez y para siempre. Por el bien de todos.

Publicado en Unomasuno el 7 de febrero de 2012.

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