miércoles, 11 de abril de 2012

DE POPULISMOS A POPULISMOS

Manuel Gómez Morín, su discurso contra Cárdenas


Hablemos pues de populismo y populistas, sobre todo ahora que los panistas insisten en ese discurso para posicionarse electoralmente y descalificar a sus adversarios y, más aún, cuando algunos “analistas”, opinadores y hasta historiadores andan diciendo, interesadamente, que el “peligro para México” del 2006 sigue siendo un peligro en 2012.
Es un discurso viejo. Con ese mismo argumento a fines de los 30 Manuel Gómez Morín intentó movilizar a la sociedad contre el cardenismo, fallidamente. Y así ha sido a lo largo de la historia del PAN, inevitablemente alérgico a todo lo social; aunque el colmo fue durante de gobierno de Vicente Fox, el ejemplo quizá más acabado de populismo sin más programa que el mercadeo de ocurrencias y los juegos de imagen. Sin olvidar, claro, que el propio Felipe Calderón no ha tenido empacho en condenar una y otra vez a lo largo del sexenio “el populismo en la conducción política” como una forma de defensa de sus decisiones.
Hay diversas definiciones del populismo pero en lo que casi todas coinciden es que se trata de una forma de manipulación de las masas con apoyo en el aparato gubernamental justamente para evitar que las masas manden.
El populismo en América Latina fue un fenómeno que se dio entre los años 30-40 del siglo pasado, caracterizado por el culto al “pueblo” y el uso del estatismo como instrumento de control y soborno de la población para mantenerla mediatizada. En su mayoría se trató de movimientos de inspiración semi-fascista, como el de Perón en Argentina, como el de Getulio Vargas en Brasil o el de Leonidas Trujillo en la República Dominicana. El mayor problema de este fenómeno es que aunque siempre, invariablemente, se ha ostentado y se ostenta como “defensor del pueblo” considera “pueblo” sólo a los adictos, fomenta los rebaños más que la ciudadanía, de tal suerte que los populistas pretenden ser los “portadores de la verdad” y en nombre de eso hacen lo que quieren.
Hay otro tipo de populismo, el que representaron en México los gobiernos priístas posteriores al cardenismo, que inició con las reformas a la Constitución y la perversión del legado de la Revolución Mexicana. Y hay un populismo más reciente, crecido al amparo del neoliberalismo y los reclamos de alternancia, el que se autoinventó para evitar la derrota del anterior, que gobierna no del “pueblo” sino de “la sociedad”, de hecho sólo para beneficio de unos cuantos y a los demás los conforma con programas mercadotécnicamente vendibles (como el seguro popular), otorga subsidios para salvar los negocios de los ricos (el Fobaproa) y concede beneficios fiscales a cambio de apoyo. Es el populismo que no se atreve a decir su nombre pero el más peligroso porque es el que está enterrando todos los avances sociales y en nombre de “la libertad” tiende a privatizar, es decir convertir en negocio todo servicio público y todas las obligaciones del Estado que son de beneficio social o para beneficio de los pobres y las clases medias.
Es el que hemos tenido en México desde 1940 para acá. Subrayo lo que estoy diciendo: no desde 1982, no desde el 2000 sino desde 1940, porque el ciclo de gobierno populistas derechistas no empieza en México con el gobierno de Miguel de la Madrid, tampoco con el de Vicente Fox, sino con los gobiernos priístas de Manuel Avila Camacho y Miguel Alemán. Un ciclo que se recicla y se renueva sólo de fachada con Carlos Salinas y los panistas, y no termina aún.
Es que en la lucha política que vivimos, que algunos quieren reducir a mera competencia de imagen y recursos, se ha dado en condenar los unos a los otros con epítetos aparentemente descalificatorios pero que nada dicen en realidad de la ideología de nuestros actores. Y ese es el caso de la palabra “populista”, empleada por la derecha indistintamente para descalificar al PRI y a la izquierda, cuando el problema es que llevamos 70 años de lo mismo y nadie dice nada.
Me refiero a que el populismo post-revolucionario devino en populismo neoliberal porque ha acabado siendo una mezcolanza de libre mercado con programas clientelares, negocios turbios y alianzas y contubernios inconfesables, el pripanismo, que algunos analistas serios han caracterizado también de “liberal-desarrollismo”; y eso es lo que prevalece en México para frenar los modelos socialmente comprometidos, a los que se sataniza por hacer del Estado un instrumento de justicia y combate a la desigualdad.
¡Estatismo, estatismo!, claman cada que se sienten amenazados, y lo usan, hasta algunos que se precian de intelectuales, para describir la irresponsabilidad y la demagogia en el poder, el gobierno paternalista y el “exceso” de compromiso social, pretendiendo que todo eso lo encarna en México la izquierda, y más concretamente Andrés Manuel López Obrador.
La verdad es que a estas alturas esa definición de “populista” es un estigma hueco, al menos en este caso, puesto que nadie puede decir a estas alturas que las propuestas de AMLO son estatistas o irresponsables, y ni siquiera se puede calificar de populista su resistencia de los últimos 5 años, ejemplo, hay que decirlo, de civilidad y moderación en un país adonde si algo se ha atizado, y nada menos que por el gobierno, ha sido la confrontación, las divisiones y la violencia. Por lo que me pregunto si alguien puede argumentar seriamente a estas alturas que AMLO y su movimiento son un peligro para México.
Pero lo hacen, aunque se trata de un discurso mentiroso y además provocador. Y tanto, como que si se habla de reconciliación y de reconstruir la unidad se responde con argumentos tan baladíes como que “el AMLO que mandó al diablo las instituciones no puede cambiar”, que “es una víbora con el mismo veneno” y hasta, ya el colmo, que “sólo es una imitación de Hugo Chávez” como si de verdad todos estos años no hubieran servido para que la gente, los ciudadanos nos demos cuenta de lo falsa y mentirosa que fue la campaña del miedo del 2006.
Mera propaganda, eso es lo que son estos supuestos “argumentos”.
Lo que tenemos que hacer es desenmascarar a los nuevos populistas, más sofisticados pero igual o peor de nocivos que los otros. Y me refiero a los que crecieron a la sombra de la alternancia y la “ciudadanización”. Los del estilo “empresarial” y las reseñas en el “Caras”, mercaderes de la política, comerciantes de votos, que se dan el lujo hasta de despreciar los mítines y perseguir a las organizaciones sociales y se llaman “modernos” sólo porque sus trafiques los hacen en los medios y en el internet.
Son los que construyen su imagen, su discurso y sus promesas en base a lo que les dicen los mercadólogos. Se muestran deliberadamente ambiguos porque su meta es el poder por el poder, así que fingen seguir los vientos de “la opinión pública”, pero solo para imponerse. Y como lo único que les preocupa es “la popularidad”, ofertan lo más atrayente, lo más llamativo, “lo más popular”, no importa qué tan fuera de sus verdaderas intenciones resulte, y menos que no lo puedan cumplir. ¿Puede haber algo más populistas que eso? Y sin embargo son los mismos que descalifican a los otros con el sanbenito de “populista”. No podemos negar que la fórmula es ingeniosa. Es más, ha resultado exitosa, ¿pero y qué hay del proyecto político, qué hay del país?
Hubo un tiempo en que México sí tenía rumbo, sí tenía proyecto de nación. Fue cuando Benito Juárez y los liberales defendieron su idea, una idea que no andaban sometiendo a la aprobación de los encuestólogos –eran estadistas- sino que los ciudadanos apoyaban, porque intuían, porque sabían, que era el mejor camino que se les podía ofrecer.
El problema empezó cuando se abandonó ese rumbo. Cuando se echó al olvido el proyecto histórico de esta nación, 1940 insisto, es la fecha, y la política devino en lo que es hoy, mera competencia de popularidad, el nuevo populismo.
¿Quien encarna aquél proyecto? Desde luego no el PAN, y por supuesto tampoco el PRI. Es la corriente progresista, esa que los panistas insisten en llamar “populista” y definen como “un peligro”. ¿Volveremos a caer en la trampa?

Publicado en Unomasuno el 17 de enero de 2012.



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