miércoles, 11 de abril de 2012

MÉXICO NO ES BRASIL... NI VAZQUEZ DILMA ROUSSEF


La elección de la candidata presidencial del PAN ha dado motivo a infinidad de artículos, comentarios y análisis, algunos de los cuales no han estado exentos de excesos verbales mientras otros no han pasado de la mera propaganda. Es normal, pero el mayor de los despropósitos no sólo es la comparación que se viene haciendo de Josefina Vázquez como si fuera Dilma Roussef o Michele Bachelet sino esa especie de que la única razón que pudiera hacerla perder es por el machismo, precisamente por ser mujer.

Despropósito, porque escudarse en la discriminación para explicar fracasos o limitaciones personales o, peor aún, para tratar de promoverse y sacar ventajas es la trampa más poco ética en un entorno de verdadera competencia democrática. El hecho es que no se trata de género sino de aptitudes, y mejor cuidémonos si la señora Vázquez, o los panistas, están pensando en usar su posición de mujer para chantajear apoyo.
No voy a criticar a la señora Vázquez por ser mujer y tampoco soy de los que piensa que México necesariamente tiene que ser gobernado por hombres. Mis resistencias a creer en la señora Vázquez y a darle mi voto tienen otras razones. Para empezar decir que, desde luego, creo que el arribo de una mujer a la presidencia sería un signo de adelanto, sólo que hay de biografías a biografías.
La señora ex presidenta de Chile, por ejemplo, la señora Bachelet, se formó en la resistencia a la dictadura militar de Augusto Pinochet. Tras el golpe de 1973 su padre, un general que había sido funcionario en el gobierno de Salvador Allende y de los pocos que se negaron a secundar el golpe, fue detenido y murió en prisión a causa de las torturas que sufrió. Michele, quien para esas alturas ya era militante de la Juventud Socialista, se dedicó a ayudar a los perseguidos del proscrito Partido Socialista y vivió algún tiempo en la clandestinidad hasta que en 1975 fue detenida por los organismos represivos de la dictadura, recluida por un tiempo en prisión y desde luego sometida a las peores torturas. Logró ser liberada y exiliarse. Vivió un tiempo en Alemania, allá estudió, y cuando finalmente regresó a su país, en 1979, volvió a la militancia contra la dictadura, llegando a participar, incluso, en algunos grupos radicales y hasta extremistas. Ya con la caída de Pinochet y durante los gobiernos de la Concertación, Bachelet incursionó en el servicio público, con tan buena estrella que fue ministra de Salud y luego de la Defensa del presidente Ricardo Lagos, haciendo, en ambos casos, un brillante papel que de manera natural la lanzó a la presidencia de su país.
Por lo que toca a Dilma Roussef, la actual presidenta de Brasil, su trayectoria política empezó a los 16 años. En el mismo año que los militares dieron el golpe y asumieron el gobierno en su país, el militarismo y la progresiva falta de libertad la acercaron a los ideales socialistas. Su militancia en los movimientos radicales de resistencia a la dictadura es amplia: primero participó en la “Política Operaria” luego fundó, junto con otros compañeros, el “Comando de Liberación Nacional”, que a finales de los años 60 emprendió atracos a bancos, robos de automóviles y dos atentados con bomba que no dejaron víctimas; y poco después se sumó a la “Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares”. Si bien no hay información precisa acerca de estas actividades de Dilma lo que se sabe es que llegó a ser conocida como la “Juana de Arco de la guerrilla”; que los órganos de inteligencia del gobierno militar monitoreaban constantemente sus movimientos; que tuvo que cambiar de residencia muchas veces y también de nombre –se hizo llamar Estela, Wanda, Luiza, Marina y Maria Lucía– y que frecuentó las cárceles del régimen y pasó por secciones de tortura.
Ya en el terreno de la política, participó en la reestructuración del Partido Trabajador Brasileño, que posteriormente pasaría a llamarse Partido Democrático Laborista y finalmente se integró en el Partido de los Trabajadores. En 2003, el presidente Luiz Inácio Lula nombró a Rousseff Ministra de Energía, impulsando la implantación del programa “Luz para Todos”, que expandió el acceso a electricidad en los rincones más lejanos del país. En 2005 fue nombrada Jefa del Estado Mayor de Brasil (cargo equivalente a jefa de Gabinete), posición desde la cual impulsó el “Programa de Aceleración del Crecimiento”, responsable de restituir el protagonismo del Estado en la economía y gracias al cual poco después fue elegida como candidata presidencial por el PT en las elecciones del 2010.
Es decir, que ambas mujeres, Dilma y Bachelet, tuvieron una juventud bajo dictadura. No aceptaron a los militares en el poder y creyeron en algún momento en la vía radical, inclusive en la lucha armada, como instrumento para cambiar a sus países. Por eso fueron detenidas, torturadas y encarceladas. Una vez en libertad, empero, tomaron el camino de la política sin renegar de sus valores sociales. Ayudaron a fundar partidos de izquierda, integraron equipos de gobierno con gobernantes de izquierda y, finalmente, en la madurez de sus vidas, se postularon al cargo de presidentes de sus respectivos países.
Escojo a Michele y a Dilma, esto es a Chile y Brasil, porque son los ejemplos que más les gustan a varios políticos mexicanos. Así lo ha expresado Enrique Peña, varios personajes de la izquierda “Light” desde luego y hasta Felipe Calderón y esa facción panista que condena el radicalismo y que ha tratado, infructuosamente de rebasar al movimiento obradorista por la izquierda, todos para llevar agua a su molino, claro, y los panistas para convencernos de que no hace falta ningún cambio, y que el camino es mantener las cosas más o menos como están ahora.
Sí, porque esa es la base sobre la que se promueve ahora a la señora Vázquez, la candidata de la continuidad de una serie de políticas que más que llevar 12 años llegan ya a más de 30. Y se argumenta para ello toda suerte de “razones”, la mayoría superficiales. Que si porque ya es tiempo de darle una oportunidad a una mujer, que si porque en muchos países ya hay o ha habido mujeres presidentas y México no puede quedarse atrás. Incluso hasta están tratando de convencernos diciendo que el éxito brasileño o el chileno automáticamente se van a reproducir aquí siempre y cuando gane una vez más el PAN.
El problema de éste tipo de planteamientos, más allá de las evidentes diferencias biográficas, es que se soslaya que la opción que ofrece la señora Vázquez y el PAN no tiene nada que ver con la opción que representó en su momento la señora Bachelet y que representa ahora Dilma Roussef: tan simple como que ambas son resultado de un proceso de de reivindicación y reposicionamiento de la izquierda pero, sobre todo, de un proyecto radical de nación, que aquí mismo la señora Vázquez y los panistas condenan con los argumentos más tendenciosos.
¿Por qué no votar pues, por la candidata del PAN? Más allá de los muchos cuestionamientos a su trayectoria y a su estilo de hacer política, la verdad es que su desempeño en la precampaña y su forma de ganar la candidatura han dejado infinidad de razones para descartarla como opción seria para México. En primer lugar, su discurso demagógico nos hace recordar el del priísmo más rancio, es decir aquél populismo oportunista que utilizaron lo mismo Alemán que Echeverría. Pero está además su tendencia a satanizar al adversario, cuando no a ignorarlo, como si estuviéramos a punto de una guerra civil, y como si no fueran ella y los panistas que la siguen los responsables de haber hecho del PAN otra versión del PRI.
Basta otro ejemplo: Luis H. Alvarez, el santón que tanto admira la señora Vázquez y de quien, dice, será su inspiración en la campaña, es la prueba más lamentable del pragmatismo y la traición a los principios panistas: fue él quien legitimó el gobierno de Carlos Salinas en detrimento de la democracia y a cambio de un maridaje que se ha convertido en la mayor lacra no sólo para el PAN y para el PRI sino para el país, porque es el que ha hecho posible la continuidad del viejo régimen. Tan simple que por culpa de eso es que México no ha cambiado.

Publicado en Unomasuno el 14 de febrero de 2012.

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